Viernes, Marzo 29, 2024

TIFF – segundo día

Opinión

“Violet”

Es una potente ópera prima de Justine Bateman, que nos permite experimentar audiovisualmente su propia vivencia (y la de muchas. Demasiadas). 

En ella seguimos a Violet, una ejecutiva de cine en Los Ángeles, quien ha trabajado muy duro para llegar a un puesto importante en una industria totalmente dominada por los hombres (y el machismo intrínseco). 

La historia está muy bien desarrollada, y una experiencia como esta no solo implica mucha valentía para ser relatada, sino que es de suma importante dada la coyuntura actual. Pues no es momento de tapar las cosas y dar vuelta a la página, sino ponerlas sobre la mesa y tender una mano para que otras voces puedan oírse y se atrevan a alzarse. Pero el gran logro de Bateman está en su formato.

La directora apuesta por una experiencia inducida, de gatillo y a propia mano. Los espectadores vemos todo lo que sucede en la mente de Violet, quien aunque exitosa, vive constantemente autosaboteándose, criticándose a sí misma, víctima de inseguridades y de una voz diabólica que la empequeñece y destruye de a pocos. Todo esto lo vemos con textos en la pantalla (que narran algo distinto a lo que ella dice en voz alta), vistazos de imágenes perturbadoras, colores (un rojo intenso que va llenando la pantalla) y la voz de Justin Theroux, que corrompe sus pensamientos.

Este juego, collage de sensaciones y experimento de Bateman es un éxito. Donde salvo una proyección repetitiva de una bicicleteada, que a gusto personal no caló, nos llevó a experimentar un complejo caso particular, pero que a menor, igual o mayor medida, muchas comparten.

Violet
Olivia Munn en “Violet”

“Drive my Car”

No son pocos quienes dicen que el japonés Ryûsuke Hamaguchi es el director del momento. Luego de sus dos estrenos este año, al menos se confirma como el director del 2021.

Y es que no estamos hablando de dos títulos cualquiera. El primero, “Wheel of Fortune and Fantasy”, fue estrenado en La Berlinale (grito al cielo porque se nos pasó) y se llevó el Oso de Plata. El segundo lo cogió Cannes, festival que, salvo excepciones y conflictos con Netflix, tiene la batuta al escoger sus huevos de oro. Todo indicaba que “Drive my Car” sería superior que el título visto en Alemania y, según la prensa que lo disfrutó ahí (segundo grito al cielo porque también se nos pasó), así lo fue.

El TIFF nos dio una tercera oportunidad. La vencida. Agradecidos estamos porque es una obra maestra. Sino la mejor película del año (enorme 2021), al podio. Son tres horas de cine en su estado más puro, alto e íntimo. 

En “Drive my Car” seguimos a Yusuke Kafuku, actor y director de teatro, quien sin haberse recuperado del todo de una tragedia personal, acepta montar la obra “Tío Vania” en un festival de Hiroshima. 

Es complejo escribir y profundizar en esta obra y tener las palabras correctas para siquiera llegarle a los talones. Esto además, sin entrar en detalles y permitir que uno como espectador vaya enterándose de lo que sucede sin haberlo leído antes. Lo interesante de “Drive my Car” está en sus múltiples lecturas, múltiples niveles y múltiples lenguajes artísticos (y cinematográficos). Claro que también en que al ser una obra japonesa, estamos hablando de un nivel de refinamiento que solo pueden conseguirlo los nipones. Pasan demasiadas cosas en ella y es necesario tomarse tres horas para tolerar y absorber lo que va entrando por los ojos y oídos. Hamaguchi usa excesivamente bien las pausas y transiciones para darnos respiros y los pequeños detalles, como la fumada de cigarros saliendo por el techo del carro o la retrocedida de este mismo para comprar un ramo de flores. Elementos que aunque parece que no suman nada, lo son todo. El broche necesario para cerrar y sellar.

Ya después, lo que sucede a nivel narración, el metalenguaje cinematográfico e interdisciplinario (los varios lenguajes en la obra de teatro) y los extraordinarios diálogos que consumen cada minuto, son de un nivel altísimo. Todos apoyados en extraordinarias actuaciones, sobre todo del protagonista (Hidetoshi Nishijima) y de la co-protagonista (Tok Miura), a quienes esperamos ver compitiendo y llevándose premios individuales.

Lo del los créditos iniciales luego de ¿cuarenta minutos? ¿una hora? Una locura. Interesante experimento ver la película recién desde ahí. Sin lugar a dudas igual funcionaria y sería igual de extraordinaria. 

Drive my Car
Hidetoshi Nishijima y Tok Miura en “Drive my car”

“Encounter”

El nuevo original de Amazon, que será estrenado en diciembre (Primevideo), es dirigido por Michael Pearce y cuenta con Riz Ahmed (de un tremendo 2020) como su caballo de carrera principal. 

En ella seguimos a Malik Khan, un exmarine quien descubre una invasión y extraterrestre y decide  rescatar a sus hijos y llevárselos a una base especial.
Esa es la premisa y, según lo leído, esperábamos una película de ciencia ficción, con ciertas secuencias de acción y algunas cuotas de suspenso y terror. Grata fue la sorpresa al ver que el recorrido sería otro. Rápidamente el argumento da un giro y nos pone entre la espada y la pared. Qué creemos y a quién le creemos se convierte en el punto de partida y en lo interesante del relato. 

Lamentablemente el misterio se devela demasiado rápido y termina siendo un melodrama familiar, más que psicodrama, que se desinfla como la llanta de la camioneta. Definitivamente llegar al final con la duda o bajarle unos cambios al desenlace meloso hubiera acontecido en una mejor y más redonda conclusión. 

Eso sí, Riz Ahmed sigue demostrando que puede encarar cualquier papel y rol que le pongan. Incluso ser la super estrella de un Blockbuster hollywoodense (que tampoco es que sea nuestro deseo) y ambos niños (sus hijos) son todo un descubrimiento. 

Encounter

Cinestesia
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