"Martin" es más que una película de vampiros, es una película sobre la duda, sobre esa delgada línea que separa al hombre del monstruo. Es que, a todas luces, Martin no es un vampiro. Es, sino, la proyección de los miedos colectivos de una sociedad que lo ama y lo odia. ¿Dónde está el vampiro? En la mente del que observa.
Hace algún tiempo en el noroeste de México y en particular en la ciudad de Monterrey, floreció un movimiento contracultural que por su amor a la cumbia se autodenominó "KOLOMBIA".
Allá por el lejano 2006, y en una realidad distante, se grababa Blood Diamond. La película estuvo ambientada en Sierra Leona (África), durante una época hostil y de lucha de poderes que generaron una guerra civil entre 1990 y el 2002.
Muy pocas sagas de terror han sabido escapar de las garras de la decadencia. Franquicias, como Viernes 13 o Chucky, han sido explotadas a más no poder, a raíz del éxito de las primeras entregas.
Cuando la película del JOKER se estrenó, los comentarios más sonados fueron la implacable actuación de Joaquin Phoenix o la gran adaptación de una Gótica en decadencia y de cómo los orígenes de ciertos personajes podían ser muy distintos y al mismo tiempo atrapantes.