Hola, soy Inés. Co-fundadora de Cinestesia. Bienvenidx a mi espacio.
Empezaré esta columna virtual hablando de una de las experiencias más especiales y recientes que he vivido. Ir al Festival de Cannes en plena pandemia de COVID-19. Para empezar quiero aclarar que fui como parte del “Marché du Film” – esta es la sección de negocios, relaciones públicas, intercambio de tarjetas, charlas, workshops, entre mucho más. Es básicamente la reunión de la industria del Cine. Aclaro esto porque Carlos, mi novio, co fundador, socio, mejor amigo, padre de mi gata, el que me prepara el jugo en las mañanas, entre otros – fue como prensa, representando a este humilde medio digital que nació de puro amor.
Este badge tan preciado que me fue otorgado, por suerte, también me permitió ir a las funciones con Carlos – en realidad fui a muy pocos eventos del Marché y estuve metida en las salas de cine la mayor parte del día.
Pero me he quedado con muchas ganas de contar qué fue lo que viví.
Por ejemplo, estuve en una sala de cine con Tilda Swinton 3 veces, esas son más veces de las que he ido al cine con mi papá. O como estuve sentada a un metro de Bill Murray, quien luego hizo un show sorpresa con Jan Vogel y compañía. O como entré a una función al lado de Song Kang-ho, los dos, solos, lado a lado, haciendo contacto visual. O cómo me congelé estando en la presencia de Charlotte Gainsbourg y Jane Birkin. Pasó eso y mucho más. Estas son situaciones que parecen ser sacadas de algunos de mis sueños, pero en Cannes, los sueños están a la vuelta de la esquina. O sino, están como Almodóvar, caminando por el malecón.
PRIMER DÍA:
Llegamos por tren a la bella ciudad de Cannes, a la 1 pm, con el sol quemando en su punto álgido y con una maleta de 33 kilos que había que llevar, caminando, hasta el studio que habíamos alquilado en Airbnb.
El camino fue relativamente rápido, unos 20 minutos. Escogimos un departamento que estuviera lo más cerca posible al Palais des Festivals, pero dentro de nuestro presupuesto. Mientras caminábamos, sudando, íbamos descubriendo la arquitectura cannoise, la vegetación local, los comercios, la gente, etc. Nuestra zona de hospedaje era residencial, nos quedamos en un edificio lleno de personas mayores, aparentemente son en su mayoría retirados que deciden pasar sus últimos años en un balneario como Cannes.
Una vez entregadas las llaves, habiendo concluido el primer encuentro con el host de Airbnb, decidimos salir a conocer la ciudad. 36 grados. Llegamos el 5 de Julio, el festival empezaba el 6 en la noche con la proyección de Annette. Así que, básicamente, tentamos un día y medio para conocer la ciudad que sería nuestra por casi dos semanas.
Fuimos directamente al Palais des Festivals, que es este inmenso edificio frente al mar que alberga salas de cine, espacios para prensa, cafeterías, terrazas, centros de convenciones, y más. Básicamente, es el lugar de encuentro de los miles de asistentes al festival.
Teníamos que recoger nuestros badges y las mochilas oficiales que te ofrece el festival. Para poder entrar al Palais, sin embargo, tenías que presentar tu test negativo de COVID, que – de no estar vacunado – tenias que realizar cada 48 horas. La verdad, había ido asustada de la idea de tener que hacerme un hisopado cada dos días, pero no había otra. Por suerte, cuando llegamos al laboratorio del festival, nos dimos con la sorpresa que las pruebas PCR iban a ser salivarias. Eso me dio un poco de tranquilidad pero, después de no poder reunir suficiente saliva para realizar la primera prueba y tener que volver a hacerla – me di cuenta que iba a ser un desafío llenar esas 2 lineas del tubo de ensayo. Y es que salivar es difícil. Ni pensando en un pollo a la brasa con papas fritas y ají de la casa podría lograr que mis glándulas salivales se pusieran a trabajar. Fueron 7 pruebas salivales en total y 1 hisopado final para poder viajar de regreso a casa. Después de la tercera prueba desarrollé la habilidad “Pavloviana” de salivar simplemente mirando el tubo de ensayo. Leí muchos tweets de otros asistentes que no la tuvieron tan fácil. Es mas, leí que un señor creyó que tenia que llenar TODO el tubo de ensayo, y se quedó una hora escupiendo hasta secarse por dentro… pobre señor…
Pero bueno, regresando a lo que nos compete, luego de realizar la primera prueba, comimos un sandwich de salame con mantequilla y pepinillos y tomamos dos cervezas bien heladas.
Caminamos por el malecón, empezamos a conocer la ciudad, la Croisette, las calles principales, fuimos a la playa y comimos una bolsa de papas fritas sabor vinagre y sal (mi favorito) viendo el atardecer.
A nuestro costado, en la playa, había un chico asistente del festival (lo sacamos por la mochila), estaba solo tomando un 4 pack de cerveza. Se veía simpatico, quisimos hablarle pero no lo hicimos. Una vez caída la noche nos dimos cuenta que en el palais, dejaban de trabajar a las 7 pm, así que regresamos al depa y recogimos las cosas la mañana siguiente.
El siguiente día, sabíamos que teníamos la mañana libre, así que decidimos ir a la playa. Si hay algo que deben saber de Carlos y de mí, es que nos gusta tener un balance en la vida. Eramos conscientes que los varios días que se avecinaban iban a ser muy duros, con un ritmo acelerado y con poco tiempo para descansar. Así que decidimos disfrutar y relajarnos toda la mañana y parte de la tarde en la playa. El mar estaba delicioso, el sol quemaba pero no ardía, estábamos felices.
Empezó a hacerse tarde así que volvimos al Depa para alistarnos e ir a las que serían nuestras primeras funciones en el marco del Festival de Cannes. Carlos fue a la función de prensa de Annette y yo fui a ver “In the Mood For Love” al Cinéma de la Plage, en versión 4k restaurada.
Fue una gran primera noche; pero lo mejor estaba por venir.