«The Whale”
Dirección: Darren Aronofsky
Guión: Darren Aronofsky. Obra: Samuel D. Hunter
País: Estados Unidos
Reparto: Brendan Fraser, Sadie Sink, Samantha Morton, Ty Simpkins, Hong Chau, Sathya Sridharan, Huck Milner, Ryan Heinke
Brendan Fraser fue un actor memorable o hasta icónico en nuestra infancia. Tiempos en los que veíamos sin parar aquellas películas que nos gustaban tanto. En parte porque las pasaban recurrentemente en la televisión o porque las alquilábamos una y otra vez en Blockbuster. Siendo Brendan protagonista de una cuantas de ellas: “La Momia”, “George de la Selva” y “Al Diablo con el Diablo”. Las tres pasaron por nuestras retinas innumerables veces, les tenemos un cariño importante y él ha quedado grabado en nuestra memoria. Por lo tanto su declive a nivel laboral y personal nos impactó y entristeció. En consecuencia, su vuelta a la escena, por la puerta grande, en este llamado “brenaissance”, nos ha emocionado mucho.
En “The Whale”, adaptación de una obra de teatro, seguimos a Charilie (Brendan Fraser), un profesor de literatura quien luego de una tragedia personal se deja ir, convirtiéndose en obeso mórbido, cortando contacto con la sociedad y viviendo como un ermitaño en un estado calamitoso. Cuando su salud empieza a deteriorarse, decide conectar nuevamente con su familia, en especial con su hija a quien no ve hace muchos años.
La última película de Darren Aronofsky, “Mother”, no fue bien recibida por la crítica en general. Lo cual significó un duro golpe para él. En su retorno, ha decidido arriesgar menos y adaptar una obra de teatro pequeña, que sucede en un solo entorno (una casa) y apoyarse sobre todo, en las actuaciones del elenco. Acá es donde destaca de sobremanera Brendan Fraser, en el mejor papel de su vida y uno que, seguramente, le significará nominaciones y premios. Tanto desde su proceso y trabajo físico, así como en la profundidad de su dramatización donde logra abrir su alma y mostrarnos ese lado suyo tan amable y bondadoso que pareciera no le cuesta ningún esfuerzo, pero que implica mostrarse completamente vulnerable ante todos.
En ese mismo plano, destaca la actuación de Sadie Sink, quien está muy bien pero un papel bastante similar al de Max en “Stranger Things” y sobre todo Hong Chau, quien se luce como la hermana de la ex pareja de Charlie y a quien nosotros, nominaríamos como Mejor Actriz Secundaria.
Arronofsky se ha vuelto un especialista en mostrarnos el declive humano. El deterioro psicológico de sus personajes y protagonistas pueden variar mucho según la historia narrada, pero siempre comparten los límites rotos y el hoyo sin fondo al que suelen caer. Estas obsesiones y descontroles, que tan bien consigue llevar a la pantalla grande, son los puntos más altos en “The Whale”. Donde vemos a este ser devorando sus alimentos o siendo incapaz de valerse por sí mismo. Imágenes sórdidas, desagradables y potentes que llevan la firma del director.
Quizas, el problema más grande para nosotros, es que se siente muy cercana a la obra teatral, manteniendo ciertas formas y fórmulas melodramáticas que no llegan a convencernos del todo y que funcionan mejor sobre un escenario que proyectadas en el ecran.
«Glass Onion: A Knives Out Mystery»
Dirección: Rian Johnson
Guión: Rian Johnson
País: Estados Unidos
Reparto: Daniel Craig, Edward Norton, Janelle Monáe, Kathryn Hahn, Leslie Odom Jr., Jessica Henwick, Madelyn Cline, Dave Bautista, Kate Hudson, Ethan Hawke
Justo antes de que el mundo cambiara por la pandemia, Rian Johnson nos regaló una divertidísima y poco seria comedia en clave de «Clue». Donde uno como espectador era colocado en medio de un asesinato, rodeado de un elenco lleno de estrellas y, junto a un detective llamado Benoit Blanc (Daniel Craig), debía indagar, sospechar de todos e intentar descubrir al verdadero asesino.
En esta secuela cambiamos de locación, variamos el grupo e incluso la dinámica es modificada con el intento de generar interés y frescura. El único que continua en el radar es el famoso detective (Daniel Craig) y nosotros, los espectadores. Lamentablemente la chispa se ha apagado y ante falta de emoción, se intenta hacer demasiado para lograr un efecto que nunca llega.
En «Glass Onion: A Knives Out Mystery», el multimillonario Miles Bron convoca a un grupo de amigos para jugar durante un fin de semana a «descubrir al asesino». Sin embargo el plano no sale como estaba estipulado, pues más de un personaje que no había sido invitado, se úne a la fiesta.
Como sucede con las clásica secuelas hollywoodenses, el presupuesto se aumenta para inflar cada aspecto de la película original. El público está acostumbrado a ver segundas partes donde todo crece, desde el guion a la manera de adaptarlo en la pantalla. El uso del billete tiene que ser tangible y esto sucede por completo en «Glass Onion: a Knives Out Mystery». Pero también, como suele suceder salvo algunas excepciones, más no siempre es más, sino que a veces es menos, muchos menos. Por supuesto que esta segunda parte es divertida y tiene uno que otro momento que vale el visionado, pero acá, ya nos habíamos cansado y decepcionado desde su tercio inicial, dando vueltas sobre un mismo punto donde las risas y sorpresas empezaron a convertirse en bostezos.
En el plano positivo, está el elenco, donde se le da un momento de gracia a cada uno de los participantes, así como la intención de Rian Johnson de hacer los cambios suficientes para no sentirse como un refrito más. El intento al menos, estuvo.
«Empire of Light»
Dirección: Sam Mendes
Guión: Sam Mendes
País: Reino Unido
Reparto: Olivia Colman, Micheal Ward, Colin Firth, Toby Jones, Tanya Moodie, Crystal Clarke,Tom Brooke, Hannah Onslow, Adrian McLoughlin, Ashleigh Reynolds, Eliza Glock, Sara Stewart, Mark Field, Monica Dolan, Ron Cook, Justin Edwards, William Chubb, Spike Leighton, Jacob Avery, Roman Hayeck-Green
Sin considerarlo un director brillante ni uno que entra en nuestra lista de favoritos, Sam Mendes se ha ganado a pulso el generar interés con cada nuevo estreno. Si bien todo empezó con la excelente “American Beauty”, película que consiguió representar la falsa ilusión del sueño americano y hacerla añicos, así como lanzar a Kevin Spacey a la fama; sus siguientes proyectos también fueron propuestas importantes y bien recibidas. Por varios años decidió salir del radar de festivales y de la Academia, incluyendo su paso dirigiendo al Agente 007, pero con «1917» retornó a la primera plana y ahora, con «Empire of Light», debería mantenerse ahí.
En «Empire of Light» seguimos una historia de amor, poco convencional, que gira alrededor de un bello cine antiguo situado en una costa de Inglaterra en 1980. Ahí, una mujer mayor (Olivia Colman) empieza una relación de amistad, que puede convertirse en algo más, con un joven recientemente contratado.
Es cierto que «Empire of Light» tiene motivos para encantar y desencantar. Creemos que esta fina línea que separa a uno de otros es si llegas a conectar y creerte la historia contada. Porque si no conecta contigo, puede resultar algo melosa o histriónica. En nuestro caso, pudimos dar rienda suelta a las emociones y quedar subyugados por la propuesta de Mendes. En especial gracias a una fantástica performance de Olivia Colman (¡oh sorpresa!), cuyo papel en esta película podría ser perfectamente nuestro favorito de ella a la fecha. Donde pasa de la sutileza del enamoramiento al desborde de emociones en su crisis mental, una suerte de tour de force imponente. A su lado, Micheal Ward también convence como una posible estrella emergente.
Vale la pena detenerse un memento en la dupla ya consolidada de Sam Mendes y Roger Deakins. El segundo, gran maestro de la cinematografía y número uno en lo suyo, ha trabajado varias veces con el director. Como comentó luego de la proyección, encuentra en los guiones de Sam mucha alma y eso lo convence a trabajar con él y lo motiva a encontrar maneras de trasladar ese espíritu a través de la fotografía. Lo logra siempre con total plenitud. Cada encuadre donde la fotografía está trabajada y pensada en lucirse es fantástico, desde una escena bañada en fuegos artificiales a otra silenciosa, donde a los protagonistas los divide dos ventanas de distinto color. Tonalidades que no solo embellecen la pantalla sino que transmiten específicamente lo que deben. Nada descubrimos halagando al maestro Deakins pero igual nos damos este minuto para hacerlo.
Al costado y siguiendo con los aspectos técnicos, queda aplaudir la excelente banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross. Una más para sus filmografías. Acá encuentran siempre el momento e instante preciso para subir los decibeles de emoción con melodías potentes y estiradas.
Finalmente, a mitad de camino en el festival, esta película nos regala una secuencia donde cierto personaje finalmente descubre el poder del cine. Siendo un bello momento y una carta de amor al séptimo arte que, habrá que ver si «The Fabelmans» supera.
(Spoiler alert: lo supera con creces.)
Toca ver «Saint Omer» de Alice Diop y «Mantícora» de Carlos Vermut