Escribe: Luis Vélez para Cinestesia.pe, desde Berlín
En esta entrega resumen de lo vivido/apreciado in situ en la 75 Berlinale envío una apreciación general de cuatro películas presentadas en la competencia principal del festival, dirigidas por cuatro realizadores de trayectoria. Son lo más reciente de Richard Linklater, Hong Sang-soo, Radu Jude y Gabriel Mascaro. No necesariamente podrán ser sus títulos máximos, pero ninguno decepcionó, en opinión de quien escribe. Ojalá puedan verse pronto en espacios peruanos.
Blue Moon, de Richard Linklater.-
(Estados Unidos, Irlanda, 2025)
Nos encontramos ante un nuevo triunfo de la longeva colaboración entre Richard Linkalter e Ethan Hawke. Hawke está extraordinario en su interpretación de Lorenz Hart, el letrista de la fructífera sociedad compositora de canciones de Broadway del dúo Rodgers y Hart (1919-1943). 31 de marzo de 1943: Estados Unidos está metido de lleno en la Segunda Guerra Mundial y Casablanca (más que referenciada aquí) es la película por excelencia. La noche y lugar de los hechos es específico: un bar, primera parada de lo que será la celebración del estreno del musical Oklahoma! Es un momento de quiebre: Oklahoma! representa el apartamiento de Richard Rodgers de su viejo compañero, ahora en el crepúsculo de sus días. Linklater confirma ser un maestro dominador del tiempo en el cine. En Blue Moon administra en el espacio cerrado y transcurrir real estas sensaciones y acciones en las que curiosos personajes alrededor de Hart, y lo que su descompuesta figura representa, entran, salen, se alejan o permanecen.
Va construyéndose un filme sobre fulgores encendidos y apagados, sobre la vida y la relatividad de los éxitos y la felicidad, sobre frustraciones y amores imposibles. De los diálogos enriquecidos por el guion de Robert Kaplow, en base a cartas auténticas (siendo la palabra escrita y otras usanzas de la era elementos de consideración) la película se impregna de una melancolía conmovedora. Qué bien obran en Blue Moon Andrew Scott, como Richard Rodgers, a modo de contraste él; Margaret Qualley, centro de -a la vez- pasión y compasión; Bobby Cannavale, el bartender confidente. Otrosí, un tributo al cine, al musical clásico y las canciones de los años 1930 y 1940. Inevitable es soltar una lágrima durante los créditos o escuchando Blue moon, you saw me standing alone, without a dream in my heart, without a love of my own en el camino de regreso a casa.
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Geu jayeoni nege mworago hani, de Hong Sang-soo.-
(Corea del Sur, 2025)
Es a estas alturas, o desde antes ya, que nos preguntamos cómo hace el cineasta Hong Sang-soo (Seúl, 1960) para estrenar en promedio dos largometrajes al año, presentándolos en festivales mundiales clase A. Claro, están su forma «express» de realización, su pequeño y constante equipo de producción, su rotativa troupe de actores y actrices, y un minimalista tratamiento cinematográfico acotado a fotografía estándar, encuadres fijos y unos cuantos zoom-in/zoom-out. También el que tópicos, arquetipos y circunstancias se repitan a lo largo de su filmografía, lo que además hace reconocible a primera vista su cine. No obstante, aunque parecidas entre ellas en espíritu y estructura, cada película del maestro surcoreano es singular. La respuesta ha de estar en su escritura (que en parte ha confesado realizar sobre la marcha del rodaje) que confiere espontaneidad, frescura de lo cotidiano y personalidad a cada relato.
Geu jayeoni nege mworago hani es la más reciente demostración de lo señalado. Aquí la carga tanto dramática como cómica reposan sobre la relación entre el joven poeta (un recurrente del director) enamorado de su novia, del día a día y lo esencial para vivir; y su suegro, hombre de pensamiento de ganar dinero para asegurar comodidades. Un contrapunto de concepciones y contrastes que irá agudizándose, situaciones de cena y espirituosas (otra tradicional figura «hongsangsiana») mediante. Geu jayeoni nege mworago hani es cautivante y da cabida en sus recorridos a reflexiones sobre romanticismo, sacralidad, ancestralidad y naturaleza (el título internacional del filme es What Does that Nature Say to You). Destacan en las actuaciones el gran Kwon Hae-hyo, reconocible rostro en la obra de Hong, como el padre de la novia; y, como el joven Donghwa, Ha Seong-guk, en su séptima película con Hong Sang-soo, a quien recordamos como el insólito amigo de Isabelle Huppert en A Traveler’s Needs (2024).
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Kontinental ’25, de Radu Jude.-
(Rumanía, 2025)
Prolífico, con sello de autor, uno de los cineastas más creativos de la contemporaneidad del cine, favorito de la Berlinale, a sus 47 años de edad el rumano Radu Jude no deja de sorprender. Después de sus premios máximos (por mencionar recientes) en Locarno 2023 y Berlinale 2021, con No esperes demasiado del fin del mundo y Sexo desafortunado o porno loco, respectivamente (felizmente vistas en festivales en Perú), Radu Jude regresa para disfrute nuestro. Kontinental ’25 es una película algo más contenida que estas anteriores, sin embargo igualmente corrosiva en el humor y el drama social. Es un cine que echando mano de la ácida ironía ausculta la modernidad, la urbanidad y sus artefactos, sin motivo para que este cine esté exento de una mirada humanista.
Así, en Kontinental ’25 lo que podríamos apreciar como un conjunto de aspectos y lecturas idiosincráticas de Rumanía y el Este de Europa va a extenderse a un estado de las cosas en la que colisionan los nacionalismos y las políticas económicas de bienestar. En es contexto, la abogada funcionaria Orsolya -sustancial personaje principal que interpreta Eszter Tompa- va a encarnar sentimientos de compasión y culpa, entrando a tallar dimensiones de religiosidad y progresismo, a ratos desde una observación pesimista, a ratos burlona, pero siempre empática. Ese cóctel al que imágenes absurdistas se suman (algunas ciertamente hilarantes) nutre a Kontinental ’25 del cinismo necesario para ocuparse de sus temas sin temor a caer en inútiles debates sobre correcciones y dejarse más bien el espectador llevar por el arte y modelos de representación de Jude. Aplausos especiales a Adonis Tanța, que hace de un joven repartidor, gurú de fantasía, una especie de voz de la conciencia, agente de liberación y algo más.
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O último azul, de Gabriel Mascaro.-
(Brasil, México, Chile, Países Bajos, 2025)
Con películas excepcionales como Ventos de Agosto (2014), Boi neon (2015), Divino amor (2019), y ahora, O último azul (2025), Gabriel Mascaro -junto a su paisano pernambucano Kleber Mendonça Filho- se ha convertido en el director de cine brasileño más internacional hoy en día. O último azul, por su parte, ha de ser su film más poético. Al igual que Divino amor, es una película distópica, pero alejada del futurismo de esta primera, para más bien tomarle la temperatura al Brasil, o cualquier otro país amenazado o tomado por fascismos, donde una persona, parafraseando una llamada de atención en O último azul, puede ser un commodity. La más reciente película de Mascaro configura un escenario evidentemente bolsonarista con la premisa de la prescindencia de la fuerza vital, laboral o inventiva de las personas adultas mayores.
Este gobierno, que fácilmente es un eco de los Trump del mundo, y que se propagandiza como protector, es en verdad controlador y represivo. A la opresión se opondrá el deseo de existencia de su protagonista la septuagenaria Tereza (Denise Weinberg). Seguirá un viaje en los que intervendrán el azar (¿o el destino?), la búsqueda de emancipación y hasta un componente psicodélico-fantástico (una pista: de ahí se deriva el título del filme). De esta manera, O último azul va marchando como una perfecta road movie, con peculiares personajes que se cruzan en el camino, y he aquí dos hermosas presencias que son parte de los méritos de la película: el barquero intrépido Cadu (Rodrigo Santoro) y la pícara santona cubana Roberta (notable Miriam Socarras). El pulso de Mascaro evita en todo momento hacer de la ancianidad de Tereza un factor de irrisión y de O último azul una aventura convencional. O último azul, asimismo un escape navegando ríos amazónicos, en épocas en las que esperanza y determinación se vuelven urgentes, es un canto (o un grito) de libertad.
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