Si bien ya habíamos visto el musical original, aquel estrenado arrancando la década de los 60, lanzado como una versión moderna de “Romeo y Julieta”. Ese que se llevó 10 premios Oscar, causó furor y revolucionó el género, y que lanzó a Rita Moreno al estrellato total. En realidad no lo teníamos en nuestro recuerdo y mucho menos como un visionado fresco – canciones populares aparte -. Decidimos llegar al estreno del remake sin pasar antes por la fuente original, en los días previos a la fecha. Como para que este fuera nuestro debut con él. Al menos como cinéfilos.
Lo que sí, nos confesamos como seguidores acérrimos de Steven Spielberg. ¿Alguien no lo es? Y es que el rey Midas del Blockbuster (título que solo James Cameron le podría disputar) fue uno de los principales directores que nos llevó a enamorarnos del Séptimo Arte. Conocer el trabajo del director nacido en Ohio no es parte de la iniciación cinéfila o de los primeros cursos en una escuela de cine. No. Es bastante anterior y propio al cinemero, al palomitero, al que visitaba Blockbuster, veía Cine Millonario en la televisión (con doblaje) o visitaba algún reestreno clásico en las salas, que antes no eran Multi. Ya sea con “Tiburón”, “E.T.”, “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo” o “Jurassic Park”. Cada quien tendrá su historia de origen. Su predilecta. Sino son todas.
Pero Steven Spielberg, el acogido por Kubrick, el que saltó de género en género, rompiendo récords de taquilla, dominando el mundo del cine, haciéndose con todos los premios, no nos había entregado aún un musical. Género que no es de nuestros favoritos, dicho sea de paso. Género que – obviamente – dominó a la primera. No era para menos.
En “West Side Story” seguimos a Tony y María, dos adolescentes que tras el “amor a primera vista”, deben enfrentarse, en un par de días, a el enorme obstáculo de pertenecer a dos mundos distintos, opuestos y rivales, en la Nueva York de los 50. Casi un calco de la versión original, con algunos arreglos, cambio en el orden de la música y ciertos elementos modernizados hacia los tiempos actuales.
Actuaciones, coreografía y música aparte. Rubro en el que Ariana Debose (Anita) se roba el show, con su voz, presencia y dramatización. Donde además Rachel Zegler (María), Mike Faist (Riff) y David Álvarez (Bernardo) son tres enormes apariciones que, ojalá, sean lanzadas al estrellato.
Es la dirección de Spielberg aquella que merece más líneas en el párrafo. Porque este debe ser su mejor trabajo en años o décadas. Al menos en lo que refiere a labor técnica detrás y con las cámaras. El diseño de producción, la puesta en escena, la composicón y blocking, así como la cinematografía (siempre su mano derecha Janusz Kaminski), tienen su pincel, su sello, su autoría. La misma que, década tras década, desde los primeros títulos mencionados anteriormente, hizo suya y regalo al mundo. En resumen, la cámara de Spielberg, flota y danza de manera invisible. Casi virtual o digital. Haciendo movimientos que parecen imposibles de conseguir.
A nadie debería sorprender que “West Side Story” sea el mejor musical del año. Quizás con distancia. Quizás también acompañado de “Annette”. Uno convencional y el otro disruptivo. Ambos de las mejores experiencias en pantalla grande del 2021.