Empezamos, con una sonrisa de oreja a oreja, nuestra cobertura del Festival de Sundance. No estamos en Park City, con la nieve en la cuadra, sino en el verano de Lima, intermitente como suele ser. Este año se planeaba un festival híbrido y la variante Omicrón dijo “No”. A pocas semanas de empezar, tuvieron que cambiar los planes y llevarlo enteramente al plano virtual. Nuestro schedule y los tickets reservados se resetearon y nos tocó hacer nuevamente el plan desde cero. No es trágico.
De todas maneras Sundance demostró el año pasado que lo hibrido llegó para quedarse y fue, desde nuestra perspectiva, el festival que entendió mejor la dinámica. En todo sentido. Algunos festivales intentaron replicarlo, otros lo lograron y algunos fallaron en conseguirlo. Pero hay que mirar la virtualidad de Utah para entender que el futuro ha llegado. O mejor aún, subir, conectarse o entrar al metaverso propuesto en “Nuevas Fronteras”. Un espacio inmersivo, de realidad virtual, gafas aparte, donde entramos en una nave espacial; fuera de la atmósfera terrestre, para disfrutar en un cine virtual, o en “carne y hueso digital” las propuestas del, nuevamente, presente.
“When You Finish Saving The World”
El primer estreno que disfrutamos en la nueva edición es nada más y nada menos que la ópera prima de Jessie Eisenberg, el Mark Zuckerberg de Fincher. Protyecto que cuenta con el espaldarazo de A24 y que es la primera apuesta de la nueva productora de Emma Stone y de su esposo Dave McCary: «Fruit Tree Productions».
La premisa es simple, acompañamos a una madre fría y compulsiva, cabeza de un refugio para mujeres que han sido ablusadas por sus parejas. Ella no logra establecer ni una conexión ni una dinámica sana con su hijo adolescente, quien se encuentra en plena crisis existencial y encuentra en la música el entorno adecuado.
When You Finish Saving The World es un clásico trabajo de director que empieza, con pie derecho, pero pie nuevo al fin y al cabo; en su carrera detrás de las cámaras. Se respira independiente, se siente muy medido y meticuloso, y se apoya necesariamente en un sólido protagónico. Porque lo de Julianne Moore, para variar, es mas que destacable. Un personaje que incomoda y asusta. Que recuerda al de Toni Collette en “Hereditary” sin las obvias cuotas de terror. De hecho la relación madre e hijo es esta película tiene sus tintes a lo realizado por Ari Aster. Acá Finn Wollfhard está a la altura de las consecuencias.
Sin embargo, le falta algo de alma y soltura a la narración. Todo se capta un tanto sobre expuesto y definido, cuando el silencio a veces hace un trabajo mejor. La música que debe entrar para subrayar algo, el encuadre que quiere contar lo obvio, los símbolos y paralelos que conversan entre líneas. Elementos que no fluyen del todo y que pierden cierto ritmo. Fluidez que sí encontramos en las actuaciones, como decimos líneas atrás y que elevan un poco la historia.
«Emergency»
Años atrás, Carey Williams presentó el cortometraje, extendido ahora en largometraje, en Sundance. El año pasado estuvo con su ópera prima, una versión extremadamente actualizada de Romeo y Julieta que no nos gustó. Aunque no dejaba de ser una propuesta fresca que causó interés y colocaba a Williams como un director cuyos pasos merecen ser seguidos de cerca.
En «Emergency» seguimos a un par de amigos y roomates, quienes prontos a su graduación y previo a empezar sus carreras universitarias, deciden hacer un inolvidable tour de fiestas. Lamentablemente el plan se ve truncado antes de arrancar, al encontrar un gran problema en casa.
«Emergency» es nuevamente una exploración bastante actualizada por parte de Carey Williams, de la típica comedia de amigos universitarios que se meten en problemas. Una especie de “Kenan y Kel”, con estructura similar, que logra ponernos en el momento actual. Esto desde la perspectiva de dos jóvenes afroamericanos que deben lidiar con un racismo encaletado, enquistado y constante. Racismo como trauma y motor de sus decisiones. De sus errores.
De hecho, cuando Williams enfatiza demasiado en lo obvio, en el reclamo y el problema, cae ciertamente excesivo. Más cercano a un Jordan Peele que a un Spike Lee, en tono y forma. Pero, es cierto que esos “errores” o excesos no hacen tanto ruido como cuando el director es foráneo a esos dilemas y temas, dígase Farrelly en “Green Book”. La mirada de Williams, por lo tanto, no solo se aprecia, sino que es sincera. Vivida en su propia piel.
Lo que sí, es que cuando el tema es llevado por la comedia, lo ácido y el humor impregnado, funciona bastante mejor y saca buenas risas. Por lo demás, las actuaciones y la dinámica de los amigos permite un relato que no agota y que divierte hasta el final, sin llegar a causar el impacto necesario para hablar sobre un posible clásico o ícono del género.
Hoy toca ver «Fire of Love», «FRESH» y «Master».