Por Sol Pozzi-Escot
Los misterios de la vida y de la muerte, aunque no lo querramos o reconozcamos, nos quitan el sueño todos los días. ¿Qué se entiende por vida, y, por lo contrario, qué se entiende por muerte? ¿Puede- o debe- un hombre devolverle la vida a otro? La pregunta, de hecho, es tan vieja como el tiempo. Desde la ancestral cultura vudú hasta el clásico de la literatura “Frankenstein”, la cuestión de la vida y de la muerte ha dado fruto a apasionantes prácticas y forma de expresión personales. “Re-Animator”, película de culto de 1985 basada en un cuento de H.P Lovecraft, retoma esta problemática en el marco de la contemporaneidad. Narra la historia de Dan Cain, brillante alumno de una escuela médica y practicante de hospital, que conoce a Herbert West, brillante alumno también, que, sin embargo, guarda un secreto: ha descubierto una fórmula científica que le devuelve la vida a los muertos. Es cuestión de tiempo para que las ambiciones y debilidades de ambos personajes transformen sus vidas en un hilarante infierno.
Decimos que “Re-Animator”, dirigida por Stuart Gordon, retoma la clásica pregunta de los límites entre la vida y la muerte ambientándola en un contexto contemporáneo, ya que posee aquello que creemos define, justamente, al hombre contemporáneo: el humor. La cinta no es, para nada, una tragedia, ni un oscuro recorrido gótico por los confines de la mente humana. De hecho, antes de verla como una película de terror, podríamos considerarla una comedia: lo grotesco invade la trama, lo asqueroso se pone a la orden del día, mientras los personajes principales intentan hacerle frente a este caos biológico limitados por su inescapable carácter humano, es decir, imperfecto y subjetivo. El humor en la cinta, de cierta manera, se vuelve el canalizador de esa angustia existencial que acosa a todos los personajes de la película, mientras que se desenvuelve, a la vez, como un elemento que hace progresar a la historia. Podemos recordar el momento en que Megan Halsey, enamorada de Cain e hija del rector de la escuela médica, descubre a una de las primeras víctimas de Herbert: un gato muerto que Herbert pretendía devolver a la vida. El patetismo de Megan, desesperada ante el hallazgo inexplicable, trasciende justamente el ámbito de lo lastimoso y aterriza en lo ridículo.
Sin embargo, aunque la película arranque dando la impresión de que Cain es el personaje principal, es evidente que quien mueve la trama es Herbert West. Ambos Cain y West, pensamos, no solamente cumplen con el cliché narrativo de “la pareja dispareja”, en el sentido en que las debilidades de uno con compensadas por los puntos fuertes del otro. De hecho, el espectador puede terminar con la impresión de que, en cierta medida, la dupla West-Cain conforman un solo “personaje” dividido en dos expresiones. Ying yang: Cain es cauto, casi cándido, pero humano, mientras que West es ambicioso, calculador y posee una sangre fría aterradora. Ambos, en ese sentido, podrían simbolizar la imposibilidad de la perfección humana, carencia que justamente hace que el hombre no esté en medida de jugar con la vida en el ámbito práctico. Porque, como nos enseña esta película, el resultado es asqueroso.
Es que el proceso de reanimación que obsesiona a West tiene como resultado monstruos casi-zombies. Decimos “casi-zombies”, y no puntualmente “zombies” para no caer en el interminable debate de qué es un zombie y qué no. Los personajes que la dupla West-Cain, en medio de su desenfrenado proyecto, devuelve a la vida, comparten casi todas las características de los propiamente dichos “zombies”: una instintiva sed de sangre y una fuerza sobrehumana limitada por una torpeza del movimiento. Sin embargo, sus mordidas no contagian. Y, ya que no todo en una historia radica en torno a sus personajes principales,
los muertos vivientes de “Re-Animator” suman bastante a la trama. Ejemplo de esto es el rector Halsey, padre de la novia de Cain, quien es una de las primeras víctimas de Cain y West. La relación entre el Dr. Halsey y su hija Megan es explorada incluso después de la “muerte/no-muerte” del primero, y es, de hecho, uno de los puntos más importantes de la trama. Ya que, si bien el hombre es capaz de destrucción y creación, es también capaz, lo quiera o no, de amar. Incluso, sospechamos, después de la vida.
“Re-Animator” es una cinta audaz, en el sentido en que toca precisamente aquellos puntos que una sociedad contemporánea considera aún tabú- es decir, experimentos con muertos, el poder que puede y debe tener la ciencia sobre la vida humana, etc-, pero sabiendo dialogar con el espectador, a través de un muy efectivo humor. Muy recomendada.