Lo nuevo de Bong Joon-ho («Okja», «Snowpiercer», «The Host») no solo es (de lo que hemos visto) lo mejor de su carrera, sino uno de los puntos más altos del fabuloso cine coreano. Quizás lo mejor desde «Oldboy», obra con la que comparte ciertos registros.
La vimos sabiendo nada de la trama, sin visitar el trailer ni leer críticas más allá de titulares. Nos parece recomendable seguir estos pasos para disfrutar de lleno el hechizo hipnótico que acompaña todo el visionado. Un relato salvaje, metafórico y crítico que se convierte en una fábula, pesadilla y anécdota perversa y ácida que atrapa desde su soberbia propuesta visual, genial diseño de producción, guion trepidante y una dirección perfecta. Nos faltan adjetivos para aplaudirla lo suficiente. Siempre es difícil prever lo que sucederá y hasta cuando parece que perderá el control, gracias a la precisa tensión obtenida a puro pulso, retoma el rumbo y se impulsa con nuestro desconcierto. Con el ingenio de los grandes, Bong Joon-ho nos hace transitar, en el más alto nivel, por varios géneros, regalándonos un menú completo digno de todas las estrellas Michelin. De lo mejor que hemos visto en mucho tiempo.