Por fin vimos la nueva película de Alma Har’el, una suerte de terapia y confesión de Shia LaBeouf. Durante sus noventa minutos recorremos la infancia y adolescencia del popular actor. Haciendo énfasis en la problemática relación que tenía con su padre y el impacto que tuvo la fama en sus primeros años de vida, así como las repercusiones. La honestidad y ternura del relato, así como la simplicidad necesaria, lo vuelven conmovedor y potente. Shia sana la relación con su padre haciendo el papel de su progenitor y termina de perdonarlo. Así como, en un intento probablemente exitoso, consigue que ya nadie lo odie. Noah Jupe está perfecto como su versión menor, un actor juvenil que va haciendo una buena carrera (A Quiet Place), y Lucas Hedges cumple (como siempre) como el joven roto y en recuperación. Una muy buena catarsis cinematográfica que ya está disponible en Google Play
8.5/10
Mención aparte al gran trabajo de Natasha Braier en la dirección de fotografía. Según Roger Deakins, este fue su trabajo favorito del año pasado.