Ayer empezamos, y terminamos, la nueva serie distribuida por Netflix. La plataforma continúa sumando productos al grupo de historias adolescentes, «coming of age», con algún giro peculiar que distinga una de otra. Fórmula que le ha resultado muy bien. En este caso seguimos a Sydney, una adolescente (que carga con todas las de esa etapa), además de la prematura muerte de su padre, problemas de ira y, sobre todo, el descubrimiento de sus superpoderes. Una especie de Matilda (aunque más «darks»). Y sí, la serie tiene todas las muletillas de su género, así como obvios homenajes. Suficiente con ver la foto y recordar «Carrie». Pero también propone una premisa interesante, que en esta primera temporada solo sirve de introducción. Quedan muchos misterios por resolver, quizás el más importante sea hacia llevaran la histora. En el capítulo final muestran un «atrevimiento» particular que ojalá permanezca y aumente. Si se atreven. Nos pareció divertida, ligera, y con sus solo ocho capítulos de veinte minutos (aprox) cada uno, se puede ver de un tirón. Ideal para la cuarentena.