“Ya no se hacen películas así” fue el comentario recurrente luego de la reciente publicación en los medios sobre “Gladiador 2”, secuela en la que Ridley Scott ya se encuentra trabajando. Películas épicas, de enorme diseño de producción y puesta en escena, de material original y “pocas” estrellas en su reparto, son escasas en estos tiempos. Esa inyección de dinero, de alto calibre, se reserva para grandes blockbusters y películas de superhéroes. El porqué, obviamente, es un tema económico. “El Último Duelo”, con su presupuesto de más de cien millones de dólares y su fracaso de taquilla confirman la regla. El temor. El “ya no se hacen películas así”.
En “El Último Duelo”, basada en hechos reales, viajamos al siglo XIV para vivir el duelo entre Jean de Carrouges y Jacques Le Gris. El motivo de este se divide en tres versiones. La del primero, la del segundo y la verdad, desde Marguerite de Carrouges.
La película se estructura en tres capítulos donde prácticamente vivimos y revivimos la misma historia, contada por los tres protagonistas. Cada uno tiene su propia perspectiva, punto de vista y versión de los hechos. La riqueza claro, está en la variación de lo narrado y en cómo esto varía según la voz narradora. Una decisión que permite subrayar la motivación detrás de esta historia, del porqué ha sido tan amarrada al movimiento #metoo y la inclusión como guionista de Nicole Holofcener junto a la dupla Affleck/Damon, quienes vuelven a co-escribir años después de hacerse con un Oscar por “Good Will Hunting”.
El mensaje es contundente. La versión de Marguerite de Carrouges es la que prima. Queda guardada para el final, se le impregna “la verdad” antes de iniciar y resume décadas, siglos, hasta el presente, de todas esas innumerables y aborrecibles injusticias que han pasado y pasan las mujeres en una sociedad como la nuestra. Le duela a quien le duela, lo innegable está y los ejemplos abundan.
“El Último Duelo” es una de las mejores películas de Ridley Scott, tanto de sus últimos años como en su filmografía en general. Palabras mayores para un cineasta con títulos como “Blade Runner” o “Alien” en su haber. Quien a sus próximos 84 años ha vuelto a hacer cine como el que ya no se hace. Colosal, magnético, violento y desproporcionado. Donde los escenarios viven y uno es transportado tal cual él lo desea. Encima, Ridley, tiene a vísperas el estreno de “La Casa de Gucci”, ¡este mismo año! Quién sabe si dobletée en nominaciones en la temporada de premios. Ojalá.
Una pena su fracaso en taquilla, el extrañísimo boicot sufrido en algunas redes sociales y la confirmación de que apuestas como estas dejan de serlo y son mas bien dinero al agua. Divina agua que no retribuye en monedas pero sí en calidad.