Nueva película de la productora «Blumhouse», que si bien a veces «falla», tiene entre sus aciertos títulos de primera. A esa lista encabezada por «Whiplash», «Get Out» y «BlacKkKlansman», habría que agregar ahora al popular monstruo que «no se ve». Alejándose por completo del fallido universo de monstruos de Universal, y superando con creces a su antecesora (del 2000) protagonizada por Kevin Bacon. Que sí, por más mala que sea es un clásico de Blockbuster o de Función Estelar (cariño le tenemos). Esta nueva versión es un inteligente y muy bien conseguido ejercicio de suspenso y terror. Utiliza todas las herramientas del género a su favor y, aunque huye de lo paranormal en la premisa, lo utiliza en pos de conseguir un efecto aterrador. Evita mutaciones o poderes extraordinarios y apuesta por la tecnología y las perversiones psicológicas. Pero siempre desde un enfoque fantasmagórico. Uno que funciona a la perfección.
Y más allá de algunos aspectos forzados e incongruencias en el guión, el producto en sí y la trama funciona tan bien, que uno termina pasándolo por alto o, en todo caso, aceptándolo. «ok, ya qué importa, decidiré creérmela». Porque vale la pena hacerlo para disfrutar este tenso paseo. Lo vale bastante. Mención especial a una espectacular Elisabeth Moss, quien vuelve a demostrar que un buen protagónico femenino en este género es memorable. A los créditos iniciales con la marea alta y las olas rompiendo, chorreando y desapareciendo. Al ingenio para utilizar los elementos «invisibles» con harta muñeca y dar una lección sobre como aplicarlo en la pantalla. Y a esa terrible escena en el restaurante asiático. De las que permiten decir «buen comienzo del 2020»