Reporta: Luis Vélez
Llego apabullado a mi cuarto día en la 73 Berlinale y me tocan dos películas consecutivas en el Verti Music Hall. El lugar es un escenario para teatro y conciertos igual de grande, aunque más moderno (en el mal sentido) que el Berlinale Palast. Se imaginarán el tamaño de la pantalla. El asunto me es abrumador. Curiosamente son dos películas sobre hechos de la vida real que siempre estuvieron ahí pero desconocía en sus pormenores.
Boom! Boom! The World vs. Boris Becker.-
Dirección: Alex Gibney
Guión: Alex Gibney
País: Reino Unido
Reparto: Intervenciones de Boris Becker, John McEnroe, Ion Tiriac,Novak Djokovic, Barbara Becker, Björn Borg, Mats Wilander,Lilian de Carvalho Monteiro
Sección: Berlinale Special Gala
Soy fan de Alex Gibney, empecemos por ahí. La prolífica carrera del neoyorquino como director y productor de documentales habla por él. Aunque no precisamente lo veo del todo como un cineasta «puro» (lo concibo más bien como un sólido periodista audiovisual), Gibney sabe, en primer lugar, escoger bien sus temas; en segundo lugar investigar al detalle auténticos embrollos; en tercero, otorgar a sus películas un ritmo sostenido y un tono socarrón, que hace cuativantes temas como la corrupta corporación Enron, la pedofilia al interior de la Iglesia Católica o los entresijos de la Cienciología. Un indagador, un explorador de conciencias y estructuras de poder, el Bob Woodward de las imágenes en movimiento. También, partiendo de personajes públicos, suele poner el ojo en los vicios de la fama. No podía perder la oportunidad de asistir, en gala especial, al estreno de su siguiente proyecto, con él en la sala. Lo que no esperaba es la excitación al descubrir a fondo a alguien que me era célebre solo de nombre.
Ascenso, apogeo y caída de Boris Becker. Lo de «Boom! Boom!» es parte de la gracia de este recuento. No se requiere no ser alguien ajeno al tenis para disfrutar por completo este documental. De hecho, creo que posterior a su visionado entendí el encanto del deporte de las bolas y las raquetas (fuerza, velocidad, estrategia). Dotada de realidad es una una experiencia superior a, digamos, King Richard, por poner un reciente ejemplo en forma de biopic. Para sus seguidores, vaya que debe ser un juego bien ganado. Los insumos y métodos de Gibney: un rico material de archivo, recreaciones, edición trepidante, y testimonios en el presente de sus protagonistas, incluyendo al sujeto principal, en una declaración extendida de dos tiempos. Becker se ve enfrentado a su simpático ego, a cierta mentira suya en algún momento, a los demonios que terminaron por ponerlo en prisión.
Y sobre todo, al propio peso de esta historia que lo llevó a ser el número uno del mundo alguna vez y tantas otras, portada del tabloide Bild. Boom! Boom! The World vs. Boris Becker progresa con cada triunfo, derrota y expresión emotiva -dentro y fuera de las canchas- del tres veces campeón de Wimbledon. Pero también está el placer de ver desfilar a los oponentes de Becker, personajes en sí mismos, «villanos del relato», introducidos aquí como en un spaghetti western dividido en episodios. Mas, como en un match point (un leitmotiv de este documental), Boom! Boom! The World vs. Boris Becker nos deja en un cliffhanger que no es gratuito: este fue el volumen 1 de dos a ser emitidos pronto en una conocida plataforma de streaming. Por cierto, Boris Becker bajó al escenario en medio de aplausos. El hombre alemán, ahora libre, fue muy bienvenido en su ciudad capital.
BlackBerry.-
Dirección: Matt Johnson
Guión: Matt Johnson, Matthew Miller. Libro: Jacquie McNish, Sean Silcoff
País: Canadá
Reparto: Jay Baruchel, Glenn Howerton, Matt Johnson, Cary Elwes, Saul Rubinek,Rich Sommer, Martin Donovan, Michael Ironside, SungWon Cho, Michelle Giroux,Laura Cilevitz, Elena Juatco, Mark Critch, Ethan Eng, Eric Osborne
Sección: Competencia
Un exquisita mezcla rara (y canadiense) de The Pirates of Silicon Valley, The Social Network, The Founder, Wall Street, The Big Short, Napoleon Dynamite y Wayne’s World (valen las varias alusiones porque en buena medida de ellas está hecha BlackBerry), con harto punche y mucho humor. No es spoiler, supongo, decir en qué terminaron los ahora extintos smartphones BlackBerry. Me bastaba con recordar dos momentos: 1. A Barack Obama como uno de sus usuarios más cool de aquellos años (en los que era cool llevar un BlackBerry). 2. A Steve Jobs presentando el primer iPhone. Lo que hace BlackBerry, la película, es llevarnos de lleno a los orígenes de esta trama corporativa/caso de estudio. Y sí, comienza como la típica/tópica película de nerds súper genios del futuro de la tecnología comenzando su negocio millonario en un depósito o un garaje (a tal efecto, en Ontario). Más luego, las cosas se pondrán intensas cuando entran a tallar los tiburones empresariales.
El ingreso a este mundo garantiza (o al menos lo quiero creer) revelar a la audiencia los secretos, vericuetos e involucrados en otra «historia de la vida real más grande que la ficción»: amistades, lealtades, ambiciones. Aunque justamente en la ficcionalización de esta sucesión de eventos, con caracteres de trazo grueso (básicamente los nerds buena onda versus los gerentes altisonantes), ridículas cantidades de testosterona, así como un tremendo conjunto de canciones (que incluye a Elástica, The White Stripes y The Kinks), en suma, en sus excesos, radica su atractivo. El que sea una producción canadiense de rostros que nos son desconocidos y malos maquillajes también aporta ingrediente al sabor. Y la cultura pop al tope, que relaciono a que la marca Blackberry en sí sea parte de este fenómeno. Hay ingentes referencias a cómics, cartoons, momentos mediáticos y, desde luego, a películas de culto. Quién sabe si BlackBerry, sin ser «la película» en competencia de esta Berlinale sea una próxima película de culto.