Todo año, en el mundo del cine y de las series, viene con una que otra sorpresa bajo la manga. A la larga lista de futuros estrenos escogidos por los directores detrás, el elenco, la productora o la premisa, se terminan incluyendo uno que otro título que aparece de la nada. Que no tenía ningún lado, ni motivo, ni razón para que su espera se haga larga. Incluso a veces, ni se sabe que se estrenará. Tal es el caso de “Arcane”, que no solo cumple los “checks” anteriores sino que encima se asienta en lo mejor del año y promete un universo que se puede extender por años.
“Arcane” se basa en un videojuego llamado “League of Legends”, que nunca jugamos y que no sabemos de qué trata. En él hay personajes llamados campeones que la serie utiliza para crear una historia situada en Piltover, una ciudad rica y Zaun, una ciudad pobre y oprimida. Esta rivalidad entre ambas clases sociales se describe a través de una variedad de personajes principales que se van cruzando por diferentes motivos.
“Arcane” tiene un triángulo de creadores detrás que, sin ser debutantes, tienen poco o nada que mencionar en su filmografía. Punto aparte desde ahora, porque estamos hablando de una de las mejores series del año. De la plataforma. De animación. El boca a boca, las páginas especializadas y las estrellitas o tomates lo respaldan. Pero mas allá de eso, Riot Games ha conseguido hacer, quizás, la mejor adaptación de la historia de un videojuego y no hay nada exagerado en esto. Nada.
La calidad de animación, su potencia y alcance no solo no tiene poco que envidiarle a cualquier estudio conocido y reconocido, sino que además propone un estilo bastante peculiar y novedoso. «Artístico» sería en términos generales, pero es que el cuidado, belleza e incluso hiperrealismo de los escenarios y personajes es apabullante. Hay por ejemplo una pintura hecha por uno de los personajes que cualquiera quisiera tener en su sala. Y pagar mucho por ella.
Ya ni hablar de las secuencias de acción, impresionantes, explosivas y desgarradoras, que se llevan de encuentro al gran grueso de blockbusters hollywoodienses que llegan como pan. La animación a fin de cuentas permite movimientos, coreografías y planos que el carne y hueso imposibilitan y donde acá lo exprimen hasta convertir el limón en un diamante.
Si bien la impresionante calidad de animación es suficiente para ver y dejarse llevar por “Arcane”, la historia, su narración y la construcción de los personajes, así como sus arcos, no solo están a la misma altura sino que, quizás, son lo mejor. Al menos lo más importante. Todos sus personajes tienen una riqueza impresionante, un trasfondo interesante, sus propios dilemas e intenciones. Ninguno cojea. Desde el primer capítulo estamos comprometidos con las causas y entramos en la vorágine del sufrimiento junto a ellos y por ellos. Esto es dificilísimo de conseguir.
Así como «Succession«, la serie del momento, nos hace recordar y volver a sentir esa tensión y grandes momentos vividos años atrás con “Juego de Tronos”, “Arcane” también consigue llegar a ello. Ello que se llama tener alma. Peso. Que es simplemente sentir el riesgo, el “haber consecuencias”. Es decir, ser realistas. Tenemos para rato, para muchas temporadas y universos por construir. Qué emoción.