Edgar Wright es uno de los directores favoritos del Reino Unido, mainstream y jóvenes en general. Tiene un merecido séquito de fans luego de su «Trilogía Cornetto», “Scott Pilgrim” y de haber dado un exitoso “salto” al cine más Hollywoodense con “Baby Driver”. Con “Last Night in Soho”, estrenada en el Festival de Venecia (fuera de competencia), toma un nuevo y divertido reto. El thriller psicológico.
En “Last Night in soho” seguimos a una joven apasionada por la moda quien viaja a Londres para estudiar. Ya en la capital de Inglaterra, comenzará a experimentar una segunda vida al irse a dormir. Retrocediendo en el tiempo hasta la década de los 60´s y viviendo la experiencia a través de una desconocida.
“Last Night in Soho” se debe tomar como un thriller entretenido y desenfrenado. Donde Wright se ha divertido referenciando y homenajeando a grandes clásicos y autores del género. De “Suspiria” a “Moolholland Drive”, al slasher y espectros modernos con CGI. Un experimento que debe haber disfrutado pero cuya resolución no llega a cerrar del todo. Menos a conmemorar con justicia a los ídolos o títulos firmados.
De hecho, este año James Wan hizo algo similar con “Malignant”, que comparaciones aparte, logra con bastante más exactitud, su cometido. El director de origen malayo, siendo experto en el género, tiene más destreza y tino para usar los ingredientes con mejor medida, ahondando en la locura desmedida con mucho estilo. En el caso de “Last Nigh in Soso”, la experiencia queda a medias y cuando acelera se pierde en su propia vorágine de excesos y repeticiones.
El protagónico de Thomasin McKenzie (Jojo Rabbit) y su contraparte en Anya Taylor-Joy se roban el show. Así como la cuidadísima estética sesentera, la frenética edición representativa del director y la paleta de colores y neones que revientan la pantalla. Sin embargo, la historia empieza a desinflarse y perder interés a partir de su ecuador. En parte, creemos, es por restarle importancia a los sucesos desarrollados en la realidad de Eloise. Su vida estudiantil, su crecimiento como diseñadora de moda, rivalidad con Yocasta, relación con John o trauma de la infancia. Todo ese pilar de la historia, que arranca con fuerza y determinación, termina siendo resumido e ignorado desde cierto punto. En beneficio del otro pilar que tiene más estilo pero menos peso emocional.
Más allá de sus falencias, “Last Night in Soho” es una película entretenida y agobiante hasta el final, que no le ganará nuevos adeptos a Edgar Wright, pero seguirá emocionando a sus fans y seguidores. Nos incluimos.