Clint Eastwood es un resto arqueológico que sigue latiendo. Eminencia del cine. Un trofeo. Su trofeo. Desde los 60´s se volvió un ícono de esta expresión artística y también de la hombría, la cowboyada y la presencia en pantalla. Desde entonces, ya en la cima, siguió encontrando formas de seguir escalando, construyendo su propia escalera. A sus más de 90 años, con un puñado de obras maestras y créditos como director, actor, productor y compositor, sigue trabajando y así lo hará hasta que ya no pueda más. Una sensación que se empieza a saborear (y lamentar) en “Cry Macho”.
En ella seguimos a una ex estrella de rodeo a finales de los 70´s. Quien debe saldar una deuda con un viejo amigo. Su misión es “rescatar” al hijo de este de una terrible vida en México y llevárselo de vuelta a Texas.
Aunque la edad no es opinable y tampoco la obviedad de un cuerpo que la carga en peso, antes de la pandemia Clint nos regaló dos títulos: “La Mula” (2018) y “El Caso de Richard Jewell” (2019), que no solo eran buenísimos sino que además no indicaban ningún síntoma de marchitez. Es mas, la vitalidad que se palpa en ambas obras pertenece a la de alguien que podría estar en la primavera de su vida. Y es que él nunca (había dejado) dejó esa estación.
Sin embargo, “Cry Macho” nos ha mostrado algo que no habíamos visto antes en él. O que no queríamos ver. Porque de saber, sabíamos. Y es que todo es perecedero. Sobre todo lo humano y él lo es. El vino añejo es mejor, pero tiene su fecha límite. Luego se vuelve agrio, ácido, avinagrado. ¿Ahí es donde se encuentra Clint?. De hecho, buena parte de la crítica ha resaltado, como punto principal, que el error de “Cry Macho” es que sea protagonizada por él. Estamos de acuerdo pero a la vez no. Porque creemos, o queremos creer, que ese fue uno de sus objetivos. Más que para la película en sí, para su propia historia, su carrera, su legado. Clint tenía que mostrar esa faceta y despedirse en la pantalla. Bailando “Sabor a Mí”.
Porque “Cry Macho” tiene muchos problemas. De hecho nos parece una película apenas aprobada. Con un buen número de momentos y secuencias poco o nada logradas. De diálogos estridentes, dramatizaciones noveleras y muy poco creíbles. Eso en su mayoría. Apenas salvada por algunos instantes del sello Eastwood que, a fin de cuentas, pagan la entrada. Sin ser muy injustos, a partir de la mitad alza vuelo, o al menos camina y deja de revolcarse en el lodo.
“Cry Macho” efectivamente se siente como una carta de despedida, quizás total y tal vez a medias. Puede que solo sea del protagónico y que sigamos viendo a Clint Eastwood dirigiendo pasados los cien años. Puede que ya no veamos una gran película con su nombre en los créditos y que el bajón recién empiece. Puede que no, puede ser lo contrario. Con él no se sabe. Puede que le gane el duelo al reloj, al tiempo, a la muerte. Ya lo ha hecho antes.