Por Inés Fernández
Inauguramos el festival con “CODA” que, aunque no lo anuncian ni venden como tal, es un remake de “La Familia Belier”. Si bien es una nueva (y para nosotros mejor) propuesta que la película francesa, puede sentirse casi como un calco en varios de sus fragmentos. De hecho, si no llegaste a disfrutar la película del 2014, ver esta historia por primera vez mejorará aún más la experiencia. Acá no hay novedades, giros o sorpresas que cambien la trama y definan la conclusión. Aquellos momentos de emoción o tristeza vuelven a suceder y caen en el mismo orden. Sin embargo, es tan honesta y natural en su propuesta, que vuelve a emocionar e impactar por más que sea una historia ya conocida y vivida.
Su fortaleza está en un gran elenco y una precisa dirección de los actores. Emilia Jones tiene su primer gran papel protagónico y no tenemos pruebas, aunque tampoco dudas, que es una puerta abierta a un próximo estrellato. Ojalá escoja bien sus próximos papeles, seguramente la veremos bastante en los siguientes años. Su familia está completada por actores que tienen sordera y que perdieron la audición desde temprana edad. Aunque todos están formidables en sus papeles, cabe recalcar que la madre está interpretada por Marlee Matlin, la única actriz sorda ganadora de un Oscar (Hijos de un Dios Menor). Además Eugenio Derbez está preciso como el profesor de música y la sorpresa fue ver a Ferdia Walsh-Peelo , el protagonista de nuestra querida “Sing Street”, como el interés amoroso.
“CODA” no será una obra original ni tampoco revolucionaria ni atrevida. Aquello que le falta en relevancia le sobra en calidez y alegría. Significa también un comienzo ideal en Sundance, uno que llena de esperanza y expectativas.
Empalmamos con “Summer of Soul (…Or, When the Revolution Could Not Be Televised)”, ópera prima del popular músico Questlove, conocido sobre todo por su participación en el Show de Jimmy Fallon. Este documental nos muestra el material fílmico del “Harlem Cultural Festival”, un evento musical sin precedentes que sucedió en 1969. Durante varios días, más de 300 000 personas disfrutaron a un gran número de músicos afroamericanos que desfilaron por el escenario, mientras que “Woodstock” sucedía a varios kilómetros de distancia o que Neil Armstrong pisaba la luna, a unos cuantos kilómetros más. El metraje quedó guardado y empolvándose por más de 50 años hasta que Questlove lo rescató, sabiendo que el contenido e importancia de este evento era tan importante en aquel entonces como en el ahora.
El Harlem Cultural Festival o “Black Woodstock” significó una celebración o punto cumbre en un año que marcaría un antes y después en la comunidad afroamericana. Punto final y de comienzo, religioso, político y social, en la lucha por derechos, representación y cultura. Questlove sabe jugar con los números musicales y ubicarlos de forma precisa entre entrevistas, hechos históricos y la reacción de los espectadores. Así, aunque la música es protagonista, se convierte en el elemento que mueve las masas y ata los hilos narrativos.
Eso sí, el tiempo queda corto y nos quedamos con ganas de ver un poco más sobre lo sucedido encima del escenario. Algunas apariciones como las de B.B. King y Stevie Wonder, en su juventud plena, son demasiado fugaces. Pero aún a lo más efímero se le saca el jugo. Wonder deja el alma con un teclado y King hace lo mismo con su inseparable guitarra. Mahalia Jackson demuestra su inigualable potencia en un momento de catarsis, Ray Baretto nos mueve el esqueleto desde el alma y Nina Simone cierra con broche de oro.
JUEVES 29 – 2DO DÍA
Ya empezamos el segundo día con “Flee”, durísimo documental cuyo estreno fue ayer pero que pudimos disfrutar como desayuno en un segundo visionado. En esta película que usa la animación para guardar a su protagonista en el anonimato y reconstruir países y ciudades décadas atrás, narra la epopeya que debe vivir uno de los mejores amigos del director danés Jonas Poher Rasmussen. Al oír su historia, pasó años detrás suyo buscando la manera de convencerlo para llevarla a la pantalla grande, hoy por hoy el televisor o pantalla de la computadora, hasta que por fin lo consiguió. Solo nos queda agradecerlo.
Seguimos a un refugiado afgano homosexual y a su familia, quienes pasan por una decena de situaciones extremas y horripilantes, al huir de un país sumido en la guerra y la miseria. Saltando de un lugar a otro y luchando contra viento y marea, vamos yendo entre el pasado y el presente, reconstruyendo una historia que recién puede contar. Una que está llena de dolor y tristeza y donde los pocos instantes de alegría y felicidad, aunque melancólicos, son necesarios para poder respirar y continuar con el relato.
Dura, conmovedora y muy humana, sirve como crónica del trauma que han vivido y siguen viviendo los refugiados dispersos por todo el mundo. Y que nosotros, desde el privilegio de estar viéndola en este festival, debemos recibir y agradecer.
Hoy seguimos con The Most Beautiful Boy in the World (Kristina Lindström, Kristian Petri), “John and the Hole” (Pascual Sisto), “On the Count of Three” (Jerrod Carmichael) y mañana continuaremos con “Knocking” (Frida Kempff), “Wild Indian” (Lyle Mitchell) o “Mass” (Fran Kranz), Passing (Rebecca Hall) y “Eight for Sivler” (Sean Ellis).