Otra de las películas que vimos fue “Monday” de Argyris Papadimitropoulos (de las premiadas “Wasted youth” y “Suntan”), con Sebastian Stan y Denise Gough como la pareja protagonista. La película se vende como una historia de amor convencional, pero abarca mucho más.
En “Monday”, seguimos a Mickey, un DJ norteamericano que “mezcla” en una fiesta en Grecia, donde empieza un romance con Chloe. La atracción entre ellos es intensa y comparten un gran fin de semana juntos. Sin embargo, llegado el lunes, aunque se desean mutuamente, se verán frenados por lo que cada uno trae a la mesa.
Si bien inicia como una especie de comedia romántica clásica, rápidamente deviene en una especie de crisis del “vivieron felices para siempre”. ¿Qué pasa con estas historias idealizadas y románticas luego del final? Pues que se van a dar de narices contra la realidad. Y es que, ambos tienen y trean profundas fallas en una suerte de (para no revelar nada) “Alta fidelidad” mezclada con “Blue Valentine” al ritmo de Donna Summers. Descubriendo la fuerza que tiene este romance desastroso y punk, en una ciudad dedicada al turismo, la fiesta y lo paradisíaco, donde los amantes solo funcionan cuando se dejan llevar por sus deseos irresponsables.
En esta historia, los personajes parecen acumular pólvora, como una bomba de tiempo a punto de explotar. Todo inicia cuando Mickey lleva a Chloe a vivir con él, luego de una escena típica de película romántica de aeropuerto. A partir de ahí, la narración cambia de dirección. Chloe nunca abraza la posibilidad de comenzar una nueva vida porque tiene fuertes expectativas sobre cómo esta debe ser, mientras que Mickey no tiene un trabajo estable y su personalidad despreocupada lo lleva a vivir de fiesta en fiesta, en un recurrente auto sabotaje. La relación se torna destructiva y tóxica. Pero cuan esta tambalea, abraza el desastre que dio origen a todo.
Estamos frente a una historia frustrante, que ataca cánones de un género fundamental que todos conocemos y consumimos masivamente: las historias de romance. Esto se logra a través de la destrucción, donde se presenta una forma de amor disfuncional pero intensa, comprensible y fascinante. Funciona también, gracias a un gran trabajo en la puesta, acercándonos a la intensidad de los personajes y haciéndonos partícipes, como espectadores, de las fiestas en donde suceden los momentos claves. El ambiente de fin de semana es parte del cariño que el realizador le tiene a su ciudad, Atenas, la cual ha retratado siempre como un lugar de encuentro con el paraíso.
Es fascinante vivirla desde la mirada rebelde de dos treintañeros inmaduros.
“Monday” es rebelde y se aleja de los clichés que mencionan en algunos parajes. Es un grito de vida, uno prolongado y extendido, de los salvajes veintes que los personajes se rehúsan a abandonar. Mucho ojo a la filmografía del director Papadimitropoulos, un realizador indócil, sensible y con mucho sentido del humor. De esos que no sobran.