Dirección: Christopher Nolan
Guión: Christopher Nolan. Libro: Kai Bird, Martin J. Sherwin
País: EEUU
Reparto: Cillian Murphy, Emily Blunt, Matt Damon, Robert Downey Jr., Florence Pugh, Rami Malek, Benny Safdie, Josh Hartnett, Dane DeHaan, Jack Quaid, Matthew Modine, Dylan Arnold, Olli Haaskivi, Alden Ehrenreich, David Krumholtz, Michael Angarano, Kenneth Branagh
Da la casualidad que justo antes de ver «Oppenheimer» terminamos de leer «Frankenstein o el Moderno Prometeo» de Mary Shelley. Coincidencia porque la nueva obra del popular Christopher Nolan es una adaptación de la novela llamada «El Prometeo Americano» o «American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer». Obviamente, más allá del nombre del protagonista del mito, es el trasfondo, su significado y enseñanza (así como repetición) el que nuevamente es contado. Porque tal como teorizaba (o concluía más bien) Mircea Eliade, así como su pupilo Joseph Campbell, los mitos son la telaraña detrás de la psique y de la narrativa humana. Arquetipos de nuestra historia en bucle. Y el relato de Robert Oppenheimer es, en muchos niveles, el de Prometeo y el de Victor Frankenstein. Al menos contarlo de esa manera cae como anillo al dedo y le ha permitido a Nolan crear, posiblemente, su obra maestra.
La película sigue al físico J. Robert Oppenheimer en su papel como director del proyecto «Manhattan», liderando al equipo que crearía la bomba atómica. Así como también las consecuencias del invento y la respuesta del gobierno estadounidense por un pasado «cuestionable».
«Oppenheimer» es una película cien porciento Nolan. Llena de sus manierismos y de su pluma a brocha gorda. Hay tiempos paralelos y saltos entre estos. Usa muñecas rusas, giros y sorpresas. Da el topetazo emotivo, la frase impactante y el golpe final. Tiene un ritmo trepidante de inicio a fin.
Pero esta vez, con una madurez inusual o, al menos, que conlleva tener muchos títulos en su haber y la experiencia obtenida por años como realizador. Medido. Reduciendo el frenesí y el autoboicot de «Tenet» para impulsar o utilizar toda su energía en pos de la narración. Un menos es más o un cortarse las alas para alzar vuelo.
Por supuesto que «Oppenheimer» merece y necesita verse y oírse en la mejor sala posible. Acá, en Perú, va a ser una tarea dura, rozando lo imposible. «Barbie» ha reservado la inmensa mayoría de salas de alta gama y la Imax que prometía el Cinepolis de Larcomar está en veremos. Igual, es imprescindible buscar el mejor lugar posible para poder entender y disfrutar el espectacular trabajo audiovisual. En la imagen, Hoyte van Hoytema, la dupla fotográfica de Nolan, vuelve a exprimir su talento tanto a color como en blanco y negro (utilizado para el futuro en contraposición a lo usual). Uniendo fuerzas con los espectaculares efectos prácticos que implican juegos de fotografía e instrumentos químicos como ya vimos en «Interstellar» o «El Árbol de la Vida». En el plano sonoro, la mezcla y el diseño de sonido es fabuloso, mientras que la banda sonora de Ludwig Göransson, el nuevo genio musical, no hace extrañar al gigante Hans Zimmer que se encuentra actualmente encomendado a «Dune».
En el plano actoral, «Oppenheimer» significa además el primer protagónico de Cillian Murphy en una película de Nolan luego de haber estado en varios de sus proyectos. Un rol que resume toda una carrera y que puede coronarlo en unos meses. Murphy no necesita un momento estrambótico ni un «Oscar clip» para lucirse. No era ni necesario ni pertinente para lo que el personaje exigía. Lo contrario. Que de hecho puede sentirse como un sacrificio, tal como le sucedió al físico, en miras del lucimiento de sus colegas. Porque tanto Emily Blunt interpretando a su esposa y, sobre todo Robert Downey Jr. Volviendo por la puerta grande luego de Marvels y Blockbuster, están maravillosos. Curioso que el regreso de Downey Jr. del universo de superhéroes sea hacia una suerte de «Avengers» de científicos o «La Liga Extraordinaria de Caballeros de la Ciencia». Puesto que algunos de los nombres más importantes del rubro, mitos vivientes de las teorías, como Einstein o Bohr, acá son humanizados aunque su estela sea la de dioses entre hombres.
Aparte, hay dos apariciones, casi cameos (sorpresivos), que aunque son fugaces tienen un poder fenomenal. Tanto Casey Affleck cercano a Hans Landa, como un Gary Oldman nefasto.
Le vaticinamos una ola de nominaciones, incluidas todas las «importantes». Merecido y que quizás, ahora sí, le signifique la estatuilla dorada como director o a mejor película. Desde acá aplaudiríamos la decisión y estaríamos totalmente de acuerdo con ello. Ya le toca. Y claro, habrá quien diga que «Oppenheimer» es solo escuchar por tres horas a hombres hablando. Tal como sucedía en «12 Angry Men». ¿Algún problema en ello? Ninguno.