El Toronto International Film Festival (O TIFF) fue el primer festival internacional al que nos acreditamos como prensa. Sucedió recién iniciada la pandemia y esa edición, como la del año siguiente, fueron virtuales. Por ende, esta es la primera vez que cubrimos el festival desde suelo canadiense, como la pantalla grande lo exige o al menos, lo pide.
Y es que luego de muchos trámites con el reloj en contra y casi un día de viaje entre aviones, escalas y un tren, al fin arribamos a Toronto. Lo hicimos un par de días antes del comienzo del festival para poder conocer la ciudad, aclimatarnos y experimentarla. Si bien nos esperábamos grandes cosas de uno de los centros más importantes de Canadá, hemos quedado gratamente sorprendidos y maravillados por la enorme oferta cultural, su bella arquitectura, el orden y limpieza y, sobre todo, por su increíble diversidad y calidad humana. Toronto es un microcosmos del mundo. Lo abraza. Y el abrazo es devuelto a sus visitantes.
«Godland”
Dirección: Hlynur Palmason
Guión: Hlynur Palmason
País: Dinamarca
Reparto: Ingvar Eggert Sigurdsson, Elliott Crosset Hove, Vic Carmen Sonne, Jacob Lohmann,Ída Mekkín Hlynsdóttir, Waage Sandø, Hilmar Guðjónsson
Todos los años Cannes deja fuera de competencia a algunos de los mejores títulos del festival. Los motivos son diversos y a veces pueden ser de fuerza mayor, pero otras veces, no hay excusas que valgan. Este 2022 «Godland» fue empujada a «Un Certain Regard» (donde también fue ninguneada) y vista por pocos. Lamentable pues no solo se trata de una de las mejores películas de esa edición, sino que una de las mejores del año. Lo que se lamenta es que, en muchos casos, los festivales sirven como empuje o catapulta para generar taquilla. Más que premios, lo importante es que las películas se puedan ver por el mayor número de personas posible.
En «Godland» seguimos a Lucas (Elliott Crosset Hove), un joven pastor danés en el siglo XIX. Se le encomienda construir una iglesia en la remota Islandia, acompañado de un grupo de locales. La ardua misión lo llevará por un camino de tentaciones y descubrimientos de los que no habrá vuelta atrás.
Hlynur Palmason ha conseguido un trabajo formidable. Seguramente su obra maestra. Una obra de autor de pies a cabeza que si viniera acompañado de otro apellido, alguno más conocido o venerado, sería colocada en el pedestal que merece. La peregrinación del protagonista es, como una buena analogía, llevada a cabo por el propio director. El rodaje, contra viento y marea, contra nieve y altura, se equipara al realizado por el sacerdote. El proceso, aunque distinto, concluye en la obra final, el testamento que alberga al espectador. Y aunque como cuenta Palmason, hubo mucha improvisación mientras avanzaban y se adentraban en estos paisajes, la puesta en escena, ya sea desde la más planificada hasta la más imprevista, es impresionante. Cada encuadre tiene un poder. cada movimiento un magnetismo. Los ángulos, los movimientos, siempre una razón de ser que agrandan la experiencia. Incluyendo dos paneos en trescientos sesenta grados que firman uno de los mejores cines del año y una fotografía que es de las más impresionantes que hemos visto nunca.
«Godland» es una película bastante completa y redonda. Las actuaciones están muy bien. Aunque lo que sobresale más es cómo la cámara capta los momentos, gestos y situaciones, Elliott Crosset Hove está excelente como el pastor inmaduro cuya misión lo supera. Así como Ingvar Eggert Sigurdsson, quien destaca como una suerte de antagonista. Pero, sin querer menospreciar el talento humano, es el perro (mascota del director), quien se roba el show. Probablemente la mejor actuación canina de la historia. Donde, nuevamente, más que su «actuación» es la utilización del perro como un elemento de alivio, de hogar y de encuentro.
En «Godland» solo queda rendirse ante la experiencia audiovisual. Donde muchos verán guiños o sensaciones que traigan algunos nombres de directores sobre la mesa, pero también manierismos propios de Palmason. Excelente.
«Un Beau Matin»
Dirección: Mia Hansen-Løve
Guión: Mia Hansen-Løve
País: Francia
Reparto: Léa Seydoux, Melvil Poupaud, Nicole García, Pascal Greggory, Kester Lovelace, Ema Zampa
Así como se nos pasó «Godland» en el último Cannes, tampoco logramos ver la nueva película de Mia Hansen-Løve que estuvo relegada a la «Quincena de Realizadores» en el último certamen. Pero con las buenas criticas acompañándola, decidimos verla para ponerle fin a nuestra lista de pendientes del festival francés. Lo cerramos bien.
En «Un Beau Matin» seguimos a Sandra, una joven madre soltera que atraviesa un duro momento ya que su padre sufre de una enfermedad neuro degenerativa y ya no puede valerse de sí mismo. Junto a su familia, debe encontrar un lugar especial para poder cuidarlo y alojarlo, tarea que resultará casi imposible. En este contexto se reencuentra con Clément, un antiguo amigo suyo, casado y con hijo. Sin embargo; su matrimonio está en crisis, poco tiempo después de verse, inician una relación amorosa.
«Un Beau Matin» es el epítome del cine francés. La pasión desmesurada, las sacadas de vuelta, el drama expuesto, la mención de diversos intelectuales y, Léa Seydoux. El año pasado disfrutamos mucho de «Bergman Island», título que sí estuvo en la competencia oficial cannoise, de Mia Hansen-Løve. No obstante; «Un Beau Matin» nos parece una obra mejor elaborada ya que, a pesar de ser una producción más pequeña y sencilla, te mantiene atento y alerta durante toda su duración.
Debemos rescatar las actuaciones, que sostienen la película, llevadas por el hilo conductor que es Léa Seydoux, en una de las mejores interpretaciones que le hemos visto hasta la fecha. Sandra, su personaje, no es alguien complejo, ni complicado, ni enigmático… Es una mujer que encuentra el amor y el deseo después de muchos años, quien se entrega a sus sentimientos y no oculta sus emociones. Ella Trabaja como traductora e intérprete, tiene una familia unida, una hija que ama y unos padres divorciados que son grandes amigos. Se podría decir que su vida es «promedio», no tiene una historia muy llamativa, hasta que se reencuentra con Clément, un cosmoquímico que atraviesa una crisis matrimonial. Por más que se despierta una ferviente pasión, no llega a ser algo exagerado o que perjudique la vida cotidiana de los personajes, este es el acierto de la película.
Bajo un registro neutral, sin sorpresas, y sin ornamentos, Mia Hansen-Løve nos deja una historia que finalmente, le podría pasar a cualquiera.
Toca ver «The Kingdom Exodus» de Lars Von Trier, «The Lost King» de Stephen Frears y «Historias Para No Contar» de Cesc Gay.