Somos ajenos al universo de Ryan Murphy. Alguna mínima ojeada a “Nip/Tuck” o “Glee”. Apenas unos capítulos de “American Horror Story”, que nos gustó; aunque no pudimos continuar por cuestiones del destino. Nada de “Feud”, “Pose”, “The Politician” o “Ratched”.
Encima, a la mitad de Cinestesia no le gustan los musicales y digamos que no es el género favorito de la otra. Sin embargo, con dos de nuestras actrices favoritas, y en un año donde los estrenos no abundan; teníamos que darle una oportunidad.
En “The Prom” seguimos a Emma, una joven residente de una ciudad ultra conservadora de Indiana a quien se le prohíbe ir a su fiesta de promoción por querer ir con su novia. Muchos kilómetros más allá, en el glamouroso mundo de Broadway, New York, un grupo de actores- liderados por la mítica Meryl Streep como Dee Dee Allen (una veterana actriz con 3 Tonnies)- se ve con la obra cancelada el mismo día del estreno gracias a las pésimas críticas que reciben. Tanto Dee Dee Allen, como Barry Glickman (interpretado por el presentador de tv James Corden) son celebridades; sin embargo, son extremadamente narcisistas y egocéntricos, lo que los vuelve en figuras poco empáticas y con las cuáles nadie se puede identificar.
Una vez la obra cancelada, caen en una tragedia publicitaria y su imagen se ve afectada. Es por eso que deciden ser celebridades activistas; con el único propósito de revindicar su decaída percepción en el ojo público. Encuentran en el caso de discriminación hacia Emma la “carnada” perfecta.
Dado que somos principiantes en todo lo referente a Murphy, no podemos hablar con seguridad de sitios en común con sus anteriores trabajos, de su estilo desenfrenado típico, las coreografías siempre armadas, los excesivos colores y lo rimbombante de todo. Aunque sospechamos que lo es. Todo lo referente al diseño de producción y a la estética del mismo es pulcro y coherente a lo largo del visionado.
“The Prom” no apunta a ser un musical revolucionario ni vanguardista, mucho menos contracorriente o desafiante; sino brindar un popurrí de diversión para el espectador y un abrazo necesario en un año nefasto. Sobre todo; para la comunidad LGBTQ, tanto aquellxs que se sintieron identificadxs a raíz de los recuerdos de una juventud lejana o cercana, como a lxs que, en este momento siguen sufriendo en el colegio las injusticias de una sociedad aún homofóbica y desgastada. Esperamos desde acá que, por lo menos, en los últimos 10 años las cosas hayan cambiado para bien y que en los próximos 10, como máximo, unx ya no sufra como lo hace la pareja protagonista.
De hecho, los mejores momentos son aquellos donde aprieta el acelerador hacia lo contestatario, aunque siempre con humor y rozando la parodia. El acto donde Trent Oliver (interpretado por el siempre genial Andrew Rannells), convence a lxs colegiales que la biblia tiene varias incoherencias y que todxs están en falta o cometiendo pecados mortales, llega en un momento preciso y podría ser lo más rescatable.
En la sección reparto y actuaciones, hay aciertos y desaciertos. Obviamente James Corden, por más mediático que sea, desentona al costado de Meryl Streep (quien nunca nos va a defraudar pero en una interpretación que consideramos de las más bajas de su carrera) o Nicole Kidman, que parece estar en piloto automático. James se esfuerza y le pone corazón, pero hay varios momentos donde se desinfla (aunque, claramente, está mejor que en CATS). Nos hubiera gustado más ver a Eric Stonestreet (el popular Cameron de “Modern Family”) haciendo ese rol. Meryl Streep se divierte cada minuto que sale en la pantalla y disfruta con su papel, el emparejamiento con Keegan-Michael Key es- por decir lo menos- inesperado, pero sorpresivo y positivo para la trama. Finalmente, Murphy eligió – acertadamente- a dos actrices pertenecientes a la comunidad LGBTQ para conformar la pareja principal, interpretada por las desconocidas y casi debutantes Jo Ellen Pellman (como Emma) y Ariana DeBose (como Alyssa). Salvo algunas muecas exageradas de la primera (¿musicales?), hay química entre ambas y siempre cumplen al momento de cantar y bailar. Hay que mencionar, de igual forma, a la talentosa y siempre imponente Kerry Washington, a quien no le sacaron suficiente provecho en esta película.
«The Prom» no es mucho más que un musical divertido y exuberante, excesivo para muchxs, pero necesario para otrxs. Siendo ese “otrxs” una comunidad que necesita y tiene que verse representada y visibilizada en todos los colores y formatos posibles; más aún si los proyectos son encabezados y compuestos por sus miembrxs (como es el caso de The Prom). Cada grano de arena ayuda. Una playa multicolor, como es el caso de un estreno por lo alto en Netflix, ayuda más.