jueves, noviembre 21, 2024

Sheffield DocFest

Opinión

Nuestra cobertura online por el Festival Internacional de Cine y Artes de Sheffield, que celebró su edición número 28 del 4 al 13 de junio del 2021. Festival que tiene como misión fomentar la imaginación y empoderar la capacidad colectiva de cambio a través de la cinematografía documental.

Por Sebastián Castillo Duncan

“DOUBLE LAYERED TOWN” (2020,  Komori Haruka y Seo Natsumi)

La  presencia  de un compromiso con lo antropológico desde el lado del documental parte desde casi sus inicios. Desde la polémica “Nanook el esquimal”, hasta los distintos movimientos que exploran o extienden los límites mismos de esta clase de registro, el cine documental siempre ha buscado lo valioso de la existencia humana y su experiencia en este mundo para reconstruirla y compartirla a partir de una serie de procedimientos estéticos particulares que como espectadores de cine nos permitan una visualización en apariencia inalterada de los hechos, personas y relatos presentados: Una presentación cercana a la realidad (en el papel).

A través de los años, la tradición occidental del documental (sobretodo político) incorporó la acumulación de testimonios seleccionados y ordenados para articular un punto de vista convergente, dejando de lado a los orales: narrador anónimo y opinólogo parcializado. Quizás finalmente el recuento final y el mensaje articulado no sería el mismo que el de la suma de las partes si estos fuesen consultados con respecto a un consenso, pero la sucesión organizada de testimonios integra el registro de fuerte carácter ontológico, dirigiéndolo hacia un discurso ordenado que puede dar razón a un hecho, acontecimiento o persona de forma satisfactoria.

Ahora, desligados de la tradición occidental y en medio de un festival internacional como es el caso de Sheffield Documentary Film Festival, encontramos espacio para propuestas que exploran los límites de los procedimientos del documental testimonial. “Double layered town” (Japón, 2020) justa merecedora de una mención especial del jurado es uno de estos casos. La película de Komori Haruka y Seo Natsumi busca reconstruir la historia de Rikunzentakata, un pueblo en Japón construido sobre varias capas de terreno que cubren el “pueblo original”, arrasado unos pocos años antes por efecto de un Tsunami.

El hecho histórico, acontecido en el año 2011 como consecuencia de terremotos en la zona este del país oriental, parece haber sido anestesiado o encontrarse oculto detrás de las sonrisas de escolares, jóvenes y adultos. En los testimonios registrados el 2018, son sus recuerdos iniciales declarados frente a cámara ajenos a la idea de duelo que nos vendría a la mente, perdiéndose entre otros comentarios que aparentan desinterés o una supresión de toda vulnerabilidad, siendo las memorias dolorosas interrumpidas por la paz de un pueblo que no da muestras de haber sido arrasado hace tan solo unos años.

Es fácil articular un documental facilista que ilustre un punto de vista cerrado donde el dolor se llora en cerrados primeros planos y las historias se juntan en una conclusión más correspondiente con un punto de vista prediseñado por el director, cintas de las que encontramos miles. En su lugar (y para bien) esta película muestra la vida del pueblo, su soledad y aislamiento, permite que recorramos sus calles con una suave bruma guiando los pasajes testimoniales, los reencuentros de sus sobrevivientes con los espacios de sus recuerdos de familiares fallecidos en el desastre y reconstruye, como si de capas se tratase, un complejo punto de vista de las cosas donde hay un sincero respeto empático por esas personas y sus vidas más allá de los hechos que nos llevan a visitarlos. Ellos no son solo un instrumento de descarga emocional, teniendo espacio para narrar momentos de felicidad e incluso pasajes de su vida relacionados solo indirectamente a los eventos que nos interesan.

Es desde un aparente minimalismo desde el cual visitamos las casas de sobrevivientes y escuchamos sus historias con la cercanía de un vecino para terminar siendo testigos de cómo comienzan a quebrar la dura capa que cubre sus emociones en un ejercicio terapéutico que muestra sus resultados hacia el cierre del film.    

¿Qué sucede cuando este documental que nosotros pensamos desde la tradición occidental se encuentra con una cultura que no ha sanado sus heridas, sino que ha tapado la destrucción de un terrible desastre natural? Y es que, la relevancia de esta película no solo procede de una organización por capas que nos reconstruye un pueblo fantasma, sino que los límites de la potencialidad del testimonio son puestos a prueba porque estos no terminan de dar cuenta del dolor. Nos acercamos a sentir como ellos solo al insistir en recorrer sus calles, ocupando sus espacios vacíos, sintiendo su soledad con una cualidad vivencial que sería imposible de lograr tan solo con una organización de testimonios. Aquí a veces el silencio nos dice más.

Es esa silenciosa insistencia en el trauma, abriendo las puertas para que los sobrevivientes encuentren vías de expresión terapéuticas de sus recuerdos, que nos hace pensar en un paralelismo con hechos actuales que el cine tendrá que resolver en un futuro cercano ¿Cómo explicar el terror de sucesos como la crisis COVID o grandes desastres naturales como terremotos y tsunamis? ¿Cómo dar cuenta del miedo que surge de estas experiencias de pérdida humana? Es aquí es cuando este documental y su aproximación adquiere (vía contexto)  una actualidad y cercanía en una lectura inevitable que nos pregunta sobre el rol del cine al momento de sanar nuestras propias heridas.

Tenemos pendiente reconocer censura donde se solicita una fe ciega hacia nuestras autoridades y donde se nos invitó a “seguir como siempre” evitando (o cancelando) todo posible debate, las expresiones de dolor/miedo, así como los espacios de una disidencia moderada que bien hubiese sido sana en el escenario de la crisis actual por ejemplo, quedando en su lugar el colectivo hipnotizado de las recomendaciones sanitarias sin la posibilidad de expresarnos individuales y pensantes con respecto al miedo.

Vamos a necesitar mucha comprensión para poder ejercitar lo que esta cinta precisamente refiere: La insistencia en la escucha del otro. En nuestro caso, para sanar heridas que han fraccionado nuestro país en estas últimas fechas y que, si bien sembradas en crisis COVID, dan cuenta de un terror invisible que ha marcado nuestras vidas y que nos muestra una violencia que hay que poder sanar, no censurar. Quizás parte del camino en forma fílmica no sea muy distinto al que plantea esta película. Son diálogos que el cine deberá plantear.

DOUBLE LAYERED TOWN
DOUBLE LAYERED TOWN


“Sheffield” (2020, Bradley y Pablo)

La evolución del pop en los últimos tiempos lo ha elevado por sobre el acartonado producto en masa, etiqueta que ha acompañado su desarrollo desde la acepción misma de la palabra pop. Este fenómeno nos ha llevado a ver artistas de la talla de Lady Gaga y Taylor Swift en grandes proyectos que han gustado tanto al público comercial como a la crítica. Pero por otro lado complementario, esta evolución ha generado el surgimiento movimientos como el bedroom pop y las posibilidades de desarrollar un estilo para grandes audiencias en tonos lo-fi y con un presupuesto “más acotado”. Gracias a esto, en los últimos años ha sucedido un cambio generacional marcado por artistas más cercanos , alejados de los grandes lanzamientos físicos del ayer y con una fuerte presencia en redes, donde la intimidad de la vida diaria y la conformación de una comunidad de fanáticos se entremezclan en una nueva dinámica interactiva que construye posibilidades nunca antes vistas.

“Alone together” es un documental donde se aborda el tema de la pandemia en torno a la figura de Charli XCX, quien enfrenta no solo el aislamiento producto de esta crisis mundial, sino también otros grandes cambios en su vida. La protagonista se nos muestra a través de la cámara conectada a su computadora personal, grabaciones desde un Iphone y llamadas registradas por la cámara de algún compañero ocasional o su pareja. Es este último pieza clave para que Charli enfrente los miedos con respecto al futuro y al cambio. Por eso, cuando se cancela su gira por el COVID, cae en cuenta durante el aislamiento, que ambos pasan más tiempo separados por las dinámicas laborales de sus vidas. Con 28 años y varios años de relación, Charli decide explorar sus inseguridades en torno a esta relación y a lo que depara el futuro, abordando el proceso creativo completo de hacer un nuevo Álbum.

Sin embargo la misión no termina ahí, ya que para poder hacer esto acude a su grupo de fanáticxs y consejeros: los llamados “Angels” un colectivo de personalidades amorosas y creativas miembros de la comunidad LGTB+  quienes han acompañado a la cantante durante año y ahora participan en el proceso creativo de escritura de las letras y de arte para el álbum junto con Charli. En este camino y con recaídas emocionales de por medio, lo que nos muestra este documental es una lucha por retomar las metas y aspiraciones en un contexto que restringe nuestra posibilidad de crecimiento.

Finalmente, el arte podrá no aparecer en la lista de actividades esenciales de acuerdo a notas periodísticas pretenciosas que buscan dar cuenta de una “jerarquía laboral” en tiempos del Corona, pero si hay algo que todo arte tiene en común es su poder de expresión humana y es esa humanidad la que Charli finalmente nos regala a nosotros y sus fans en esta película y en su álbum “How I´m feeling now”. 

ALONE TOGETHER
ALONE TOGETHER

“BLONDIE – VIVIR EN LA HABANA” (2019, Rob Roth)

Aunque no sea posible asistir este año a Sheffield, la internacionalidad del mismo plantea un disfrute de escenarios tan variados en las cintas seleccionadas que termina siendo un ejemplo balanceado de la vieja idea del cine como “una ventana al mundo”. Como parte de las posibilidades que nos da el cine, uno podría pensar que existe luego de más de 100 años un agotamiento en la idea original de los Hermanos Lumiere del operador de cámara de cine entrenado que partía en busca de imágenes o eventos interesantes alrededor del globo a finales del siglo XIX, pero lo cierto es que seguimos teniendo una curiosidad con respecto al mundo que hace que nos decidamos por películas que nos lleven a parajes exóticos, fantásticos o recluidos.

En la cinta “Vivir en Cuba”, el cortometraje documental explora bajo la excusa del primer concierto en Cuba de la banda norteamericana Blondie, la idea visual de la intervención de los espacios como puente entre 2 lugares: una ciudad detenida en el tiempo y la Nueva York en la que Blondie se consagró hacia finales de los 70. La banda se pregunta con respecto a la vida de la gente que conoce fugazmente por las calles cubanas, encuentra avenidas, viviendas, hoteles y callejones los cuales se llenan (por intermedio de efectos visuales) con figuras similares al Street art en un experimento que acompaña el tema de la cinta: mostrar su punto de vista con una ciudad antigua que los lleva a recordar sus orígenes en otros tiempos y a unir ambos puntos, cercanos en época, pero disímiles.

Así, Debbie Harry recuerda sus orígenes en una Miami de gran tradición hispana y compara espacios cubanos con las calles y plazas de su infancia, llenas de ritmos acelerados y baile y, en un ejercicios transgresor y lleno de aprecio, fusiona la banda en escenario pasajes de sus canciones populares de sus primeras épocas con ritmos latinos, musicalizando la búsqueda de una película que incide en la intervención, dándole fuerza a un concepto integral que se funde con la historia de la banda, los problemas de Cuba, el profundo aprecio que sienten por su gente y sus costumbres y finalmente el deseo honesto de hacer un puente entre ambas realidades. Una joya documental imperdible. 

Blondie vivir en la habana
BLONDIE – VIVIR EN LA HABANA

EQUATORIAL CONSTELLATIONS (2020, Silas Tiny)

Hacia finales de los años 60, Biafra declaró su independencia de Nigeria, dando inicio a un proceso separatista que continúa hasta nuestros días, pero que inició con uno de los conflictos armados más sangrientos. Este evento estuvo marcado por una desigualdad y crueldad notables, donde casi el mundo entero negó el reconocimiento de Biafra como nación y donde Nigeria recibió gran apoyo internacional para armarse y acabar con una nación sumida en el desabastecimiento y la pobreza. En esta misma guerra no solo Biafra conocería las grandes fallas de las organizaciones humanitarias, sino que además, sería víctima de la intervención de la iglesia, manipulando la guerra desde el contrabando armamentístico.

“Equatorial constellations” es la visita a personajes y espacios de la antes colonia portuguesa de São Tomé donde se evocan eventos acontecidos durante este enfrentamiento armado. Desde construcciones destinadas a ser viviendas o lugares para educar niños provenientes de Biafra en vuelos, hasta la visita a enfermeras que atendieron casos de desnutrición, las cámaras nos presentan espacios y personajes que relatan el cruento pasado. Esto es posible mediante documentos e intercalando los discursos frente a cámara con un nutrido archivo fotográfico y fílmico que muestra la situación crítica que se vivía en esos días.

La película es un ejercicio de memoria y registro más vivencial que detallado donde lo aterrador es quizás la familiaridad con la que se habla de  estos hechos, de los niños llegados a São Tomé en desnutrición crónica, como de las aldeas arrasadas de una frágil Biafra que recurría a niños mínimamente armados para hacer frente a la violenta estampida nigeriana que acechaba sus pretensiones libertarias. La película alcanza el clímax con el recuento de sus días en el campo de batalla por parte de un entonces joven soldado biafrano cuya madre perdió una pierna, mismo que relata conmovido por el horror del pasado, como el desabastecimiento armamentístico hacía que un batallón con tanques y alta tecnología arrasara con muchos de sus compañeros en lo que les tomaba armar una de sus precarias ametralladoras.  

Si algo hay que reconocer a esta película es que no recurre a los golpes bajos, a las imágenes violentas o a una exacerbación de testimonios dramáticos, sino que rescata en la calma después de la tormenta un horror escondido y necesario para dar vuelta a la situación que persiste entre ambas naciones hermanas, reconociendo el rol de políticas internacionales abusivas de apoyo a causas bélicas que evidencian intenciones mercantilistas que debieron quedar en el pasado, puesto que son políticas de aniquilación por parte del primer mundo. Convencido del compromiso y la relevancia de esta cinta, y habiendo sido esta misma galardonada con el premio del jurado del festival, es de las mejores cintas que nos tocó ver y en definitiva una que debería llegar a un público más amplio. 

EQUATORIAL CONSTELLATIONS
EQUATORIAL CONSTELLATIONS

KING ROCKER (2020, Michael Cumming)

Si desenterrar los misterios del rock es de por si una tarea titánica, intentar hacerlo con una unidad menor como es el punk no se vuelve más sencillo. Lo que inició en 1974 o 1977 (según se vea) con antecedentes desde los Trashmen o nuestros locales Los Saicos, se escondió bajo la etiqueta que la gira de los Sex Pistols en Estados Unidos y un desafortunado single sobre el jubileo de la reina generó. El punk se comprendió desde ese momento y sin mayor justificación como disconformidad y rebeldía cuando, en lugar de esto, lo único en común entre las muy variadas propuestas tanto de Estados Unidos como de Inglaterra fue su deseo legítimo de reiniciar y democratizar un rock para el que había que tener una formación musical que en tiempos de crisis económica era inalcanzable para la golpeada juventud.

Una vez alcanzada la madurez de este subgénero, la prensa musical lo etiquetó como post-punk o recogió el término New Wave, empleado anteriormente y los mismos músicos que habían integrado algunas de las bandas originarias de punk alcanzaron una plenitud creativa que marcaría la música de los 80’s como es el caso de The Cure, New Order, PIL, entre muchas otras. Incluso su influencia sería vital para el surgimiento de nuestro tan querido Rock de los 80 en hispanoamérica. Sin embargo, la madurez del punk también daría lugar a expresiones muy interesantes, pero que por alguna razón u otra terminaron quedando en el olvido y “King rocker” apunta justamente a eso. 

La cinta dirigida por Michael Cumming y con el comediante Stewart Lee como presentador, se centra en la figura de Robert Lloyd, vocalista de The Nightingales desde 1979 y alguien que desde esa fecha ha rehusado adoptar cualquier clase de maniobra conformista con el fin de darle notoriedad a su banda. Luego de 40 años, Lloyd se burla de su propio fracaso, aunque reitera que si su banda alguna vez tiene algún hit será por méritos propios y no por decisiones comerciales que atenten contra su creatividad musical. Sin tomarse demasiado en serio, Lloyd es la personificación de su banda: alguien que compone en base a conversaciones ajenas del pub que frecuenta y para quien hasta una mesa puede ser objeto de una canción (literalmente) a la hora de sentarse a escribir. Y es que los Nightingales destruyen la elaborada poética de la pretensión en todo sentido, con canciones que, por ejemplo, son a la vez reportajes ficticios sobre un proceso creativo que ellos mismos desmiembran como es el caso de “Gales Doc” una canción que no es más que la transcripción de una nota periodística sobre ellos componiendo una canción que es esa misma que escuchamos precisamente. Algo que hay que ver para entender. 

La película es de lo más interesante y ocurrente, con intentos constantes de parte de Stewart por sacar algo filosófico o sentimentalismo alguno con los que lograr ilustrar una profundidad en el discurso de Lloyd, jugando siempre con el formato de un documental tradicional y sus pilares. Esta misión por supuesto, la de darle una forma o un sentido a la propuesta de The Nightingales, es imposible de cumplirla por tratarse justamente de estos. El documental quizás falle en ajustarse a una forma convencional como una intención por parte de Stewart Lee, pero no se nos ocurre mejor forma de rendir tributo al sinsentido y al genio creativo de esta banda, si no es mediante una prueba y error constante sin conclusión alguna, sin moldes y sin lineamientos finales. Un éxito en el fracaso. Imperdible.

KING ROCKER
KING ROCKER

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