Dirección: Miguel Barreda
Guión: Miguel Barreda
País: Perú
Reparto: Tatiana Astengo, Jhon Dávila, Lucero López Ponce
El sábado pasado (25 de noviembre) se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Fecha en que se ventilan las alarmantes cifras que cada año cosechamos en nuestro machista y violento país. Cargamos a cuestas más de 20 000 denuncias en lo que va del 2023, alrededor de 5000 mujeres desaparecidas en la primera mitad de este y tan solo entre enero y febrero, por encima de 1700 niñas y adolescentes violentadas sexualmente (según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables). Tierra de nadie, o mejor dicho, de violadores.
Ese es el tema central de “Redención”, nueva película dirigida y escrita por el arequipeño (ciudad donde la violencia contra la mujer es de las más elevadas del país) Miguel Barreda. Otro proyecto ganador de los estímulos económicos entregados por el Ministerio de Cultura (DAFO). En ella seguimos el caso de una violación desde la perspectiva del agresor; Un señor de avanzada edad que no logra tener un hijo con su esposa (Tatiana Astengo) y que luego de abusar sexualmente a una joven en estado de ebriedad, la convence para que se mude con ellos, geste al bebé y finalmente lo puedan adoptar. Una escalofriante sinopsis que resume el problema estructural en el Perú y que después, con el desarrollo de la historia, suma varios elementos como ramas del árbol. Siendo el principal la religión, como fruta prohibida y podrida.
Lo religioso imbuye la historia de forma tangible y simbólica. La pareja que no puede tener hijos (como Abraham y Sara) forma parte de una congregación donde se tratan de “hermanos” y el pastor, rodeado de fanáticos, finge milagros entre bailes epilépticos. Uno de ellos es la promesa de fertilidad para los padres frustrados. El agresor, inicialmente es presentado como salvador cuando la invitación (y tentación) es dada, escogiendo convertirse en un depredador. No por una búsqueda individual ni placentera, sino como una acción sancionadora. Siguiendo la horrorosa y equivocada premisa que la joven (quien además es virgen y pura) es abusada por estar borracha o andar vestida de tal manera o salir a altas horas de la noche. La culpa, el castigo y luego, la redención. El “A, B, C” de la religión católica.
El aborto terapéutico, otro tema importante e indispensable de conseguir en nuestra realidad, también es mencionado y tratado con sutileza. Cuando la joven es llevada donde un doctor clandestino este no puede efectuar el acto porque ella es “un caso de uno en un millón”. Un (anti) milagro y nuevamente la religión jugando en contra de la agraviada.
Además, Barreda utiliza el lenguaje cinematográfico para que estos elementos tengan el impacto necesario y poder generar otras sensaciones. En repetidas ocasiones los planos recortan las caras de los personajes, concediéndoles una especie de anonimato, pues todos son siervos del sistema. Así como recurrentes planos secuencias que persiguen a los protagonistas, donde la cámara se acerca, se aleja, se agacha, se arrastra y trepa. Como si el narrador Dios fuera más bien una alimaña.
Confiando siempre en que el espectador note las omisiones o las pistas y saque sus propias conclusiones según su criterio moral.
Finalmente la invitación es que el redimirse no suceda luego de que el daño esté hecho, sino que apunte al origen, evitando su creación. Transformando lo normalizado a favor de la mujer, de sus decisiones, su protección y la seguridad de que si se comete un delito en su contra, este sí será sancionado. Ese es el verdadero milagro. Nuestra necesaria redención.