Por Inés Fernández
El director húngaro Kornél Mundruczó es una ficha fija en muchos festivales. A veces aclamado, a veces ridiculizado. “Pieces of a Woman” es su primer largo en inglés y protagonizado por estrellas hollywoodenses como Shia LaBeouf, Vanessa Kirby y la veterana Ellen Burstyn. Esta nueva entrega de Mundruczó ha sido co escrita con Kata Wéber, guionista, colaboradora y compatriota del director.
“Pieces of a woman” empieza presentándonos a una joven pareja, Martha y Sean, a punto de recibir a su primer hijo. Bastan pocos minutos de interacción y diálogo para entender que ambos (Kirby y LaBeouf) vienen de mundos distintos, ella más burguesa y el un constructor civil. Todo parece funcionar bien entre ellos, sentimos la complicidad.
Pocos minutos después y sin saberlo, estamos a punto de ver una de las secuencias iniciales más desgarradoras que hayamos visto en una película. Son más de 20 minutos de un plano secuencia que sigue a Martha (Vanessa Kirby) en su trabajo de parto y que culmina de la forma más trágica que uno se puede imaginar. Reiteramos que es una de los inicios más fuertes que hemos visto y el gran porcentaje de este shock emocional se lo debemos a la gran actuación de Vanessa Kirby, quien dicho sea de paso ganó el galardón a mejor actriz en la Mostra de Venecia por esta interpretación. Esta escena será recordada y utilizada como ejemplo en muchos cursos y conversaciones sobre cine.
Y es que todo lo que sucede después de ver el título en la pantalla carece de esa fuerza inicial con la que empezamos “Pieces of a Woman”. Durante el parto de Martha, los acompaña Eva, una partera – aparentemente con reflejos lentos- que tarda en reaccionar y, en parte, es responsable por el fallecimiento del bebé. La película hubiera podido girar en torno al proceso judicial que le abren a la partera, pero Mundruczó decide llevarnos a presenciar “la vida después de la muerte” de los padres en duelo.
La relación de pareja que empezó sólida, se ve destruida en pedazos que entendemos nunca podrán ser pegados. Descubrimos las adicciones de Sean, quien se deja caer en un círculo vicioso de malos hábitos y comportamientos reprochables. Por su lado, Martha entra en una depresión que la adormece y vive en piloto automático. Pero para ella es más duro ya que, físicamente, su cuerpo está en modo materno. Este tipo de momentos cotidianos en la vida de padres primerizos que acaban de perder a su recién nacido son de los que Mundruczó y Wéber recuperan la esencia y te hace sentir como si estuvieras presente en el proceso.
Luego, conocemos a la familia de Martha, donde la madre Elizabeth (Ellen Burstyn) es la matriarca absoluta y tiene la necesidad de controlar la vida de sus hijas. Gran elección de actriz para encarnar a esta madre prepotente, invasiva y controladora. Desde un inicio sabemos que no está de acuerdo con que su hija esté con un hombre como Sean. Conforma avanza la historia, vemos como lo desprecia y, en ocasiones, maltrata.
Después de la gran escena inicial, uno de los momentos más altos de “Pieces of a Woman” es cuando la familia de Martha se reúne en casa de su madre. Conocemos a su hermana, al esposo de su hermana (ambos dominados y sometidos al control de la madre), así como a la prima lejana de Martha, una exitosa abogada a quien le encargarán llevar el caso de la muerte del bebé al juzgado, acusando a la partera de negligencia.
En esta escena familiar, el clímax se lo lleva la gran Ellen Burstyn, quien con una fuerza sobrecogedora da un discurso que te deja frío y que nos permite conocer más sobre su pasado y todos los obstáculos que ha tenido que sobrepasar. Entendemos porqué es como es con sus hijas, especialmente con Martha, quien atraviesa el peor momento de su vida.
Pasan los meses y acompañamos a Martha a través de su proceso de sanación, es muy especial presenciar la evolución mental y espiritual del personaje a través de la gran interpretación de Vanessa Kirby, quien es sin duda lo mejor de la película.
Con un final feliz y simbólico, “Pieces of a woman” nos deja una sensación de empoderamiento, nos enseña que con fuerza de voluntad y con desprendimiento podemos salir del más profundo de los pozos.