Dirección: Ridley Scott
Guión: David Scarpa
País: EEUU
Reparto: Joaquin Phoenix, Vanessa Kirby, Edouard Philipponnat, Youssef Kerkour, Matthew Needham, Tahar Rahim
La nueva “Napoleón” de Ridley Scott (“Alien”, “Gladiador”), que estrenó ayer en cartelera comercial, empieza con Maria Antonieta siendo guillotinada en la plaza de la Revolución – la actual plaza de la Concordia – frente a una muchedumbre furiosa y sedienta de castigo. Entre ellos, un militar corso de apellido Bonaparte observa con mirada impasible.
Esta es una de las muchas libertades que el director británico se ha dado para adaptar parte de la vida del histórico personaje. Decisiones que han sido cuestionadas por parte de la prensa e historiadores y que Scott ha mandado al cacho, como suele hacer en sus giras promocionales. Diciendo que ellos no estuvieron ahí para corroborar sus datos, que si uno busca veracidad mejor vea un documental, que él no se ha dedicado a leer los miles de libros escritos sobre Napoleón (llenos de verdades y conjeturas) sino que ese ha sido el trabajo de su guionista, o todo esto resumido en un simple, conciso y recurrente “fuck off”.
Pero el valor de «Napoleón» no reside en sus exactitudes históricas, ni tampoco en la representación del presidente, emperador y monarca francés, sino en la epicidad de la misma. En la actualidad, son pocos los estudios dispuestos a destinar una millonada para una producción colosal y menos aún los directores capaces de llevarlo a cabo. Ridley Scott, a sus 85 años, ha vuelto a demostrar su vitalidad sobrehumana y una destreza total para, ahí sí, ser muy preciso en las famosas y descomunales batallas. Con formaciones geométricas destruidas por cañones que lanzaban viseras a metros de distancia, rodeadas de amplios paisajes que incluyen pirámides, campos, incendios y nevadas.
Sin embargo, hay un no se qué de fondo que no llega a cuajar del todo y que en algunos aspectos genera ruido. No existe un pilar central como tema y apoyo, que sostenga la película y que se vaya desarrollando mientras los minutos pasan. La mesa termina apoyándose en demasiadas patas que a veces tiran hacia el romance, otras hacia lo epistolar, al drama histórico, a la comedia, lo bélico, bipoic, etc. Además, esta se siente macheteada en su edición ya que la versión del director dura al menos una hora más (que se verá en AppleTV). La sensación final termina siendo de un claro apresuramiento que le otorga buen ritmo pero golpea cualquier posibilidad de profundización.
Tampoco hay un gran, ni mucho menos hondo desarrollo de Napoleón y menos aún de Josefina y la relación entre ambos. Los arcos son prácticamente estáticos y el triángulo termina casi tal cual a como empezó. Y si bien las actuaciones de ambos son buenas, sin ser espectaculares, Joaquin Phoenix empieza a sentirse encasillado en estos personajes sufridos y contenidos, donde parece que aún no se desmaquilla por completo el Joker del rostro. No sorprende que Phoenix haya llegado al primer día del rodaje sin tener idea de qué hacer y que eso haya sido un dolor de cabeza para Ridley.
Finalmente sorprende escuchar la pieza principal de la banda sonora de «Orgullo y Prejuicio» que acá Scott utiliza en los instantes más románticos y risueños de la pareja. Buen oído y elección del director.