“Lo que el pulpo me enseñó” es el nuevo documental estrella, estrenado y distribuido por Netflix. Si bien fue filmado en el 2010, recién ha encontrado en la plataforma virtual el espacio para su visionado y el éxito ha sido inmediato. La crítica especializada y los espectadores se han rendido ante esta fantástica historia de amistad. Nosotros también.
“Lo que el pulpo me enseñó” narra una amistad inusual y fantástica. Craig Foster, un cineasta en plena crisis existencial, encuentra en los bosques de algas de Sudáfrica un ambiente para iniciar un proceso de sanación. En este alucinante escenario natural, entabla una relación con una pulpo. Craig decide visitarla diariamente y ella acepta sus visitas y lo integra a su rutina. Poco a poco se genera una amistad genuina y especial, donde descubrimos a este animal enigmático y brillante.
La magia no reside en un gran tratamiento visual o en lo atrevido al momento de contar la historia. De hecho, es convencional en sus formas y no destaca sobre el resto. El documental se divide entre Craig contándonos el relato en formato de entrevista, así como revisitando las imágenes con voz en off de fondo. Una travesía que duró un año aproximadamente, pero que tuvo un impacto imperecedero en su vida.
Lo maravilloso se encuentra en la premisa y en el espectáculo por sí mismo que es la pulpo. El visionado empieza con Craig diciendo que el animal parece un alienígena. No es gratuito que en “Arrival”, por mencionar uno de varios ejemplos, los extraterrestres sean octópodos. Tampoco que estudios recientes del ADN de esta criatura arrojen más dudas que certezas. El zoólogo británico Martin Wells dijo que el pulpo es un alien. “En este sentido, nuestro trabajo describe el primer genoma secuenciado de un alien». Pero la realidad supera incluso la ficción. El show desplegado por la pulpo sin nombre es deslumbrante. La cantidad de herramientas que tiene para afrontar el espacio y los peligros, la inteligencia que demuestra con sus decisiones, la curiosidad, ingenio y capacidad de entretenerse con la presencia de Craig, no solo la coloca a la par del humano adoptado, sino que incluso superior en muchos aspectos. Al protagonista no le queda más que rendirse, abrazar la experiencia y descubrir que le significará un antes y un después.
El profesionalismo de Craig es también cuestión que merece el aplauso y respeto del espectador. No solo se integra al lugar con valentía y prácticamente sin atuendos o vestimenta que lo separe, sino que como buen documentalista sabe que no debe interferir con el ciclo natural y salvaje del bosque acuático. Aunque la relación de hermandad que establece con la pulpo es tangible, este debe continuar su labor de espectador y dejar que suceda lo que deba suceder. Aunque eso pueda resultar en la muerte de su amiga y en extensión de una parte de él mismo. Esta decisión honesta e importante, permite que la tensión y el suspenso llegue a niveles insospechables y que cuando uno menos lo espera, se de cuenta que la pulpo ha tallado en lo profundo.
“Lo que el pulpo me enseñó” es uno de los mejores documentales del año. Uno cuya enseñanza trasciende la pantalla y llega a todos nosotros. La naturaleza siempre nos sorprenderá y tendrá la capacidad de enseñarnos a ser mejores personas, criaturas y humanos. El primer paso es el genuino entendimiento que no estamos por encima de ella, sino que somos parte y una minúscula porción de su totalidad. La enseñanza está en la humildad.