Aún en medio de la pandemia, con el riesgo de una “segunda ola” a la vuelta de la esquina, en un año donde varios festivales fueron cancelados, estrenos postergados y producciones paralizadas, el espíritu de la época de premios, ese sprint final que empezaba a sentirse a partir de este mes, estaba más que apagado. “Nomadland”, ganadora en Venecia y Toronto, dijo presente y el susurro de galardones se empezó a escuchar. Pero los premios de festivales, aunque más importantes y relevantes para un nicho cinéfilo, no tiene la llegada y marketing de aquellos que se entregan regularmente en los primeros meses del año. Los Globos de Oro y sobre todo el Oscar, más allá de que no necesariamente premien lo mejor y que tengan un desprestigio ganado a pulso, vienen acompañados de un halo que empapa a todos y que se disfruta.
Quizás esa es la mejor sensación que deja “El Juicio de los 7 de Chicago”. Un golpe en la mesa exclamando que el cine sigue vivo, que habrá premios y que podemos empezar a sentir, desde ya, esa previa que tanto nos gusta. La nueva (y segunda) película como director de Aaron Sorkin, tiene todos los elementos para colocarla en esa especie de subgénero llamado “oscar bait” (carnada para el Oscar). Uno que suele utilizarse para desprestigiar o despotricar contra productos que buscan convencer a un público masivo y a la Academia para recibir una nominación. Todos los años hay varias representantes, malas, regulares y buenas, en este paquete. “El Juicio de los 7 de Chicago”, felizmente, pertenece al último.
Basado en hechos reales, en “El Juicio de los 7 de Chicago” se nos presenta uno de los juicios más populares de la historia de EEUU. Donde siete individuos fueron juzgados tras ser acusados de conspirar en contra de la seguridad nacional. Una jugada política del nuevo gobierno, ya que estos sujetos reclamaban por los cientos de muertes de jóvenes en una guerra “inútil”.
Aaron Sorkin quien, de joven carrera detrás de cámaras, pero con una genial filmografía como guionista, saca a relucir todo su talento y matices que lo colocan como un formidable escritor. Pocos consiguen mantener el ritmo en su punto como él, entreteniendo al espectador a través de largos y veloces diálogos, con momentos intelectuales, emocionantes y divertidos. Cada uno cae en el lugar preciso y alimenta la historia como debe. Para eso, Sorkin consigue un elenco espectacular, donde sobre todo destacan Frank Langella como el juez antagónico y sobre todo Sacha Baron Cohen, como uno de los acusados, y cuya presencia y humor se roba el espectáculo. Al otro lado de la moneda encontramos a Eddie Redmayne, nuevamente haciendo de él mismo, desalmado y con poco registro. Grato momento el que comparte con Michael Keaton en la película, a quien recordemos, le “robó” un Oscar en el duelo “Birdman” vs “La Teoría del todo”. Keaton ya tenía en sus manos el papelito con el discurso escrito cuando de los labios de Cate Blanchett salió un nombre inesperado por el otrora Batman. Nosotros al menos captamos, entre líneas, lo que Michael debió sentir al rodar esta escena. Al menos es lo que queremos creer.
“El Juicio de los 7 de Chicago” es uno de los estrenos de Netflix que busca varias nominaciones para el Oscar, que conseguirá unas cuantas y que demuestran que el talento de Sorkin como guionista es indiscutible. Nosotros, en estos tiempos extraños e inciertos para el cine, lo sentimos como una especie de bálsamo y calma. Con las salas cerradas y sin funciones, aún podemos sentir aquello que nos mueve todos los años.