sábado, noviembre 23, 2024

«Antman & The Wasp: Quantmania»

Opinión

Por Sebastián Castillo

Si a la última fase de Marvel la pandemia la llevó a ejecutar maniobras malabarescas, llevando a Disney a especular con contenido exclusivo para streaming y el formato de series canónicas para la continuidad general del MCU, pues ahora, pasada la crisis, la compañía del ratón parece no saber cómo retomar el camino correcto. Lo que comenzó en un principio con una Wandavision repleta de guiños y simbología que llevo a Reddit y Twitter a explotar con teorías locas semana tras semana, representó una primera decepción para los críticos y fans, siendo el arco de la protagonista y la actuación de Olsen lo único destacable. Así, la continuidad oficial del MCU se convirtió una tras otra en historias superficiales, de una calidad de guion dudosa y poca o nula consecuencia sobre este universo, llevando a Marvel de su pico máximo hacia su punto más bajo hasta la fecha, acumulando decepción tras decepción.

Como única excepción, si alguna vez Marvel logró emocionarnos de vuelta en tiempos recientes fue sin duda con Spiderman: No way home, el fanservice máximo (en el mejor de los sentidos) que consagró al Spiderman de Holland al revelar finalmente que su trilogía no es más que una historia de origen que se tomó su tiempo. Si… piénsenlo. Y quizás el acierto más grande de Spiderman dentro del MCU (que es uno de los puntos fuertes del cómic también) es mantener una historia relativamente pequeña y con elementos de la vida común, priorizando siempre el problema de balancear vida personal y laboral. En Spiderman no hay grandes ejércitos ni civilizaciones oprimidas, grandes problemas sociales, ni guiños a la politización de los últimos años. Son historias de a pie, sobre errores personales, sobre pérdida y sobre el dejar pasar oportunidades de ser feliz por atender responsabilidades “mayores”, aquí el ser héroe adquiere una dimensión trágica desde lo personal y nos es cercano siendo siempre interesante de ver.

Ahora, exceptuando el hombre araña, las últimas grandes películas de Marvel sufren al no saber plasmar de una forma funcional ni creativa aquello que por actualidad demanda una cuota de pantalla para el estudio, temas como la opresión, el racismo, la politización, etc. desfilan uno tras otro en las cintas de superhéroes de la casa roja sin llegar a consolidar nunca algo interesante. La presencia de estas temáticas en si no tienen nada de malo, ya que el mismo público norteamericano es diverso y es interesante el esfuerzo por dirigirse a este de una forma más fiel a como ellos experimentan su día a día, reflejando sus preocupaciones, intereses e inquietudes. Sin embargo, la necesidad de dar algo de profundidad política o ideológica, ya sea desde la metáfora o la referencia expresa, no implica una licencia VIP para llenar a la película de frases cringe, personajes innecesarios que el guion no se preocupa de hacer que nos importen y clichés como las monótonas batallas de ejércitos donde la unión del oprimido parece poderlo todo antes el opresor de turno.

Si uno busca representar a aquellos que han sido dejados de lado, el mínimo no debe ser la flojera creativa porque lo que más necesitarán estos personajes es ser relevantes. En su lugar, Marvel nos trae clichés que cada vez cubren más tiempo en pantalla en estas cintas y cuyos minutos se comen la historia de fondo, la del héroe/heroína, sus vacilaciones, sus triunfos y sus caídas, la historia de la persona de a pie y la historia que creo que todos queremos ver realmente. Hoy por hoy hay una dimensión personal perdida en pos del espectáculo recargado, donde las historias pequeñas parecen haber quedado de lado y resulta imposible concebir la vuelta de guiones como los de la fase 1, donde se preocupaban por hacernos interesar por los nuevos personajes que el MCU pretendía que sigamos por años.

Kathryn Newton y Paul Rudd en “Ant-man & The Wasp: Quantumania”

Entonces… ¿Es “Ant-man & The Wasp: Quantumania” la respuesta a este problema en el MCU? En esta nueva entrega Scott Lang vuelve para ser padre y presentarnos su vida como una suerte de celebridad en pleno San Francisco donde “no pasa nada” y cuya rutina transita entre recibir café gratis y leer extractos de su autobiografía en librerías locales. Su hija, crecida en un entorno de bienestar económico que el no tuvo, utiliza la tecnología para el activismo aunque prefiere provocar policías por sobre plantear alternativas de vivienda segura para población vulnerable (por ejemplo) con tecnología y apoyo de la corporación tecnológica de su ahora mentor Hank Pym. La relación entre padre e hija y las tensiones entre la forma de ver la vida de estos no terminan de despegar luego de su planteamiento, aunque Cassie Lang (una siempre correcta Kathryn Newton) hace un buen trabajo siendo pedante y pretenciosa y plantándole cara al confort que Scott ha construido para sí mismo, cuestionando quizás de forma muy superficial (aunque fiel a como lo haría un adolescente) la responsabilidad de lo que es ser un héroe en un San Francisco donde “si pasan cosas”.

La relación entre padre e hija parecería ser la columna vertebral de la película, aunque esto se perderá entre la innecesaria repetición de momentos en los que Scott protege a su hija usando sus poderes luego de que el planteamiento que iba por buen camino acelere la entrada al mundo cuántico con poco tiempo de presentado el status quo de la familia Lang. Así, Cassie nos es presentada (brevemente) como una persona inteligente, pero realmente no logra hacer gala de grandes habilidades a lo largo de la película. Es así que, una vez entrados al reino cuántico, esta se limita a dejarse llevar ciegamente por sus creencias y/o a probar los consejos improvisados de su padre. A puertas de una actualización de Avengers donde Cassie formaría parte del equipo (de acuerdo al equipo de “Young Avengers”) deja mucho que desear lo que el guion presenta en esta futura heroína a quien deberíamos estar interesados en seguir.

El reino cuántico por otro lado, uno de los grandes misterios del MCU termina siendo quizás la mayor decepción. Aquí, aquel espacio capaz de viajes en el tiempo, de aprisionar personajes como una suerte de Azkaban indescifrable se reduce mucho, arruinando el rol misterioso que tenía para el MCU. El reino cuántico no es más que un desierto con fondos de pantalla que encontrarías en cualquier computadora MAC o entre las imágenes fantásticas creadas por una inteligencia artificial text-to-image como el sistema Midjourney. Más allá de su pésimo diseño genérico, lo más grave es que contiene civilizaciones, con tecnología, lujos y diversión. ¿Por qué esto es grave? Janet Van Dyne (Michelle Pfeiffer) era un genial personaje traumatizado de forma justificada, nos habían vendido la idea de su reclusión por décadas en un mundo agreste, peligroso, frío y solitario donde no solo había tenido que luchar por su supervivencia, sino por mantener la cordura. Esto se arruinó. Aquí nos es revelado que tuvo toda una estancia bastante distinta a lo que justificaría su forma de ser (cameo innecesario de Bill Murray mediante), arruinando así a quien era quizás el mejor personaje de un Ant-man donde estos no es que brillen mucho.

Ant-Man and the Wasp: Quantumania 2023
Jonathan Majors como Kang

Quizás lo único bueno de esta aventura cuántica sea Kang (Jonathan Majors) quien actualiza lo ya visto en el final de “Loki” para traernos una verdadera amenaza capaz de poner en jaque a cualquiera de los héroes importantes que continúan de pie en la era post Thanos. Lo de Majors no es sorpresa, puesto que destacó muchísimo, incluso en una serie tan fallida como “Lovecraft Country” y se encuentra próximo a representar al próximo contendiente de Apollo en “Creed III”, secuela del spin-off de Rocky. El Kang de este universo, atrapado en el reino cuántico es cruel, frio, tiránico y el espectador le compra todo. La actuación de Majors como un tipo solitario que ha abrazado la crueldad al haber vivido tantos universos y conocido tantas variantes al punto de sentirlas descartables es un villano aterrador que el guion no profundiza mucho que digamos, aunque el actor llena de matices que enriquecen una película que, sin él, no valdría ni un minuto de su tiempo. Tal es la influencia de Kang en la cinta que, tras su aparición, el peligro, representado hasta ese momento a través de un CGI pobre, se reemplaza por una sensación de peligro en alza que hace presentir las posibilidades de una gran consecuencia avecinándose… aunque esta no llega.

En resumen, y sin caer en los spoilers, Ant-man an the Wasp es aburrida e intrascendente. Si el villano y sus planes hacen sentir que podría haber consecuencia (ojo a la batalla final), la película se equivoca al no cosechar lo que siembra, restándole un posible crecimiento de Scott como héroe y tomando el camino fácil donde nada cambia y nada importa, por lo que quizás tampoco debería importarnos a nosotros. Si no les interesa ver a esta variante de Kang (porque si, se vienen muchas más en el futuro) quizás termine siendo una mejor opción esperar a alguna cinta un poco más cuajada donde terminen de cerrar conceptos que realmente nos vuelvan a hacer creer que este multiverso, o al menos alguno de sus universos, tiene futuro. 

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